3 claves de lenguaje corporal para hablar en público

Pamela Jean

Pamela JeanA lo largo de varias semanas te he estado compartiendo algunos tips para tus presentaciones en público, herramientas que te harán sentir más seguro y que definitivamente te ayudarán a ser más claro, elocuente y persuasivo. Si no las has leído, hasta abajo te dejamos los links.

Uno de los temas que más me han pedido, es el del lenguaje no verbal:
¿Cómo debo de usar mis manos mientras presento?
¿Cómo debo mover mi cuerpo?
¿Debo de caminar o mantenerme estático en un solo sitio?
¿Qué hacer con la mirada?

Pues es precisamente lo que vamos a descubrir el día de hoy. ¿Estás listo?

1ª Clave: TODO lo que hagas con tu cuerpo debe de tener una razón de ser, un motivo. Esto quiere decir que ninguno de tus movimientos deben carecer de sentido. Todo lo que hagas en el escenario (o en esa sala de juntas) comunica algo, aún cuando tú estás en silencio. Siempre que la gente pueda verte, estará creando una imagen de ti, generando una primera impresión, un juicio o una creencia. ¡Incluso mientras estás sentado escuchando a los oradores anteriores a ti! Desde ese momento ya debes estar consciente de tu lenguaje no verbal. La gente analizará tu nivel de escucha, tu postura, tu ropa, los accesorios que traes, tus herramientas, la manera en la que te paras de la silla, cómo caminas hacia el escenario cuando te presentan, la forma en que acomodas el micrófono, etc. Esto no te lo digo para ponerte nervioso, sino para ponerte alerta.

2ª Clave: Di sí a los ademanes ilustrativos. Di no a los apaciguadores o adaptadores.

¡¿Qué dijo?!

Vamos por partes. Ademanes son aquellos movimientos que haces con tus manos y brazos para comunicar. Lo que debemos procurar es que tus extremidades te ayuden a comunicar lo que sí quieres y no lo que preferirías que la gente no notara. Recuerda que lo que queremos, ante todo, es CONGRUENCIA entre lo que decimos (fondo del mensaje) y la manera en la que lo decimos (forma del mensaje). Los ademanes tienen varias clasificaciones, pero los que más nos importan en este momento son: ilustrativos, apaciguadores y adaptadores.

Los ILUSTRATIVOS son aquellos que nos ayudan a dibujar con nuestras manos lo que estamos expresando con nuestra voz. Por ejemplo: “tengo un perro chico”. La palabra “chico” es tan ambigua que probablemente unos se imaginen un perrito taza de té y otros un Cocker Spaniel. Con nuestras manos podemos especificar la medida aproximada para lograr comunicar exactamente lo que deseamos y asegurarnos de que todos los presentes están entendiendo el mensaje como nosotros queremos. También nos pueden ayudar para ilustrar aquello que no estamos diciendo con nuestras palabras pero nos importa que los demás sepan. Por ejemplo: “mi jefe se paró a mi lado”. No estoy diciendo con palabras de qué lado, pero puedo aclararlo con mis manos al señalar el lado derecho mientras hago dicha afirmación.

Movernos hacia delante en el escenario y acercarnos a la gente cuando vamos a platicarles algo curioso, una anécdota, pedirles algo, hacerles una pregunta o una confesión, es un ejemplo de ademanes ilustrativos. Acercarnos a la pantalla cuando vamos a hacer referencia a algo en nuestra presentación y señalarla con nuestras manos, es otro buen ejemplo.

En pocas palabras, los ademanes ilustrativos apoyan nuestro mensaje oral ayudándonos a ser más específicos, amenos y consistentes.

Los APACIGUADORES Y ADAPTADORES son aquellos que comunican lo que no queremos que los demás sepan, juegan en nuestra contra, reflejan incomodidad. Dicha incomodidad puede estar generada por nerviosismo, miedo, inseguridad, desconfianza, ansiedad, malestar físico o emocional, incongruencia (por ejemplo, cuando mentimos), etc. Y queremos evitarlos pues obviamente no deseamos que nuestra audiencia se dé cuenta que nos sentimos así con respecto a lo que decimos. Además recordemos que las emociones se contagian, si nosotros nos proyectamos incómodos eso es lo que transmitiremos y los haremos sentir así. Algunos ejemplos de este tipo de ademanes, son: jugar con el micrófono, con el anillo, el reloj, el cabello, el cable, la ropa, los papeles que tengamos en la mano, el señalador; guardarnos las manos en las bolsas, tocarnos la cara, recargarnos en una silla o en el podio, mordernos las uñas, sobarnos los brazos o piernas. ¡Incluso mover los brazos por moverlos pero sin ilustrar nada, es un ejemplo de este tipo de ademanes! También el caminar compulsivamente por el escenario (haciendo un surco en el piso) sin un rumbo fijo, acaba poniendo nerviosa a tu audiencia, proyecta ansiedad y nerviosismo, y distrae. Recuerda: cada movimiento en el escenario debe tener una razón de ser, un motivo. Si vas a moverte hacia el lado izquierdo, es porque quizás quieres dirigirte a esa parte del público en específico. Es muy bueno abarcar todo el escenario e irte moviendo, sin embargo, también crea pausas; es decir, alterna momentos en donde te quedes parado, bien plantado, en un punto fijo y solamente mueve tu torso para dirigirte al resto del auditorio.

3ª Clave: No le hables A la gente, habla CON ellos. Hablarle A tu audiencia es dirigirte a ellos sin tomarlos en cuenta, sin medir sus reacciones, sin verlos. Hablar CON ellos implica poner atención y recordar que ellos son lo más importante en ese momento pues son quienes definirán y darán significado a tu mensaje, es a quienes quieres llegar. Para ello, debes asegurarte de observarlos, de leer sus respuestas no verbales pues son el reflejo de sus pensamientos y emociones.

Siempre ten presente que el buen orador tiene claro que aunque él está al frente, con un micrófono, recibiendo toda la atención; aquello se trata de un diálogo. La gente habla con sus gestos y su cuerpo, y así te retroalimenta. Así que ver a la gente mientras hablas no significa cubrir con la mirada fragmentos de tu audiencia como si fueran una masa de gente, significa procurar ver a cada persona a los ojos, leerlos, calibrarlos, sentirlos, escuchar sus silencios y, a partir de ahí, ajustar tu mensaje. En una reunión de trabajo no debes de tener problema para poder observar a cada uno. Sin embargo, entiendo que habrá veces en que el lugar será enorme y las luces no te permitirán ver a todos, en ese caso observa a los que tienes cerca y úsalos como muestra, como referencia. Mientras que en ocasiones dirijas tu mirada al resto del auditorio manteniéndola en cada zona por unos segundos como si en verdad pudieras ver a cada persona ahí sentada. ¡No te olvides de los de gayola!

Y por favor, no caigas en el grave error de solamente ver a quienes te están dando, con sus gestos, una retroalimentación positiva y agradable; cuando eso ocurre nos sentimos cómodos y corremos el riesgo de estacionar la mirada ahí, pero recuerda, ¡a ellos ya los cautivaste! Ahora busca con tu mirada a quienes están aburridos, en desacuerdo o distraídos y asume el reto de cautivarlos también. ¿Cómo? Para empezar mostrando interés por esas personas, dirigiéndote a ellos. Recuerda que el ser humano es recíproco: nos importan aquellos que nos hacen sentir importantes.

Hasta ahí, por el momento, en términos de lenguaje corporal. Practica, diviértete y domina estas 3 claves. El próximo viernes te daré más tips para convertirte en un orador extraordinario y persuasivo.

Si no sabes cómo estructurar tu discurso, da click aquí.
Para preparar un mensaje persuasivo en 3 pasos, da click en este artículo.
Si quieres dominar el uso de tu voz para ser más elocuente y cautivador, sólo da click de este lado.

Y, aquí entre nos, si conectas conmigo en mis redes sociales, prometo tener para ti diariamente alguna idea valiosa que te convierta en el ser más persuasivo, asertivo y carismático sobre la faz de la tierra.

Twitter: @PamJeanZ
FB: Pamelajean.mx

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