Apostar, ¿cuándo se convierte en una enfermedad?

Edilberto Peña de León

Edilberto Peña de LeónAhora que los fines de semana nos vemos sobreexpuestos a los comerciales de todos los sitios de apuestas y que han vuelto super fácil por medio de un simple click en el teléfono inteligente apostar unos 200 pesitos al equipo de nuestra preferencia, o incluso, a que se va a realizar o no una jugada en cualquier partido alrededor del todo el mundo.

Es muy prudente decir, en primer lugar, que el apostar algo de dinero del que gano trabajando con el fin de hacerme más interesante ver el deporte de mi preferencia; y a lo mejor, fantasear con la posibilidad de ganar una lanita con ello, debemos de considerarlo un pasatiempo.

Entonces… ¿Cuándo se convierte en una enfermedad con necesidad de acudir a un profesional de la salud mental?

  • Cuando mis pensamientos giran todo el tiempo en como mejorar mi rating en las apuestas y en estar conociendo hasta el detalle más mínimo que pueda descubrir y que haga que yo tenga información que nadie más tiene.
  • Comienzo a utilizar recursos que están destinados para el funcionamiento habitual de mi vida con la finalidad de ganar dinero (si es que eso estadísticamente es posible) realizando apuestas.
  • Llego a aislarme de las personas que me rodean porque no comprenden mi pasatiempo y me juagan con la mirada.
  • Sacrifico mis relaciones familiares, personales y laborales con tal de tener tiempo para reponerme de las pérdidas de mi última racha mala.
  • Finalmente, me veo en la necesidad de mentir a los demás sobre el tiempo para apostar o el nivel de deudas que voy acumulando.

Como pueden ver aquí me centré en relatar el camino de un “LUDÓPATA” (ese es el término utilizado para la adicción a las apuestas), dentro de las apuestas deportivas, pero multipliquen y repliquen estas situaciones para los que no dejan de acudir al bingo y hasta los adolescentes que vacían las tarjetas de crédito de sus padres comprando superpoderes para mejorar en los juegos de video.

Si conocen a alguien así (y digo que si ustedes conocen a alguien, porque es muy difícil que uno mismo decida que tiene este problema), siéntense a hablar tranquila y sinceramente con ellos comentándoles de cómo están ustedes preocupados por él, lo mal que se sienten, y que lo único que le piden es que acudan a evaluar su problema con un profesional de la salud mental.

Dr. Edilberto Peña de León

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