EL SÍNDROME DE LA MUJER MARAVILLA

Mariesther Martínez Eroza

 

¡Ah! Qué tiempos aquellos en los que un solo Hombre mantenía su casa, y la mujer elegida por él, se ocupaba de atender y nutrir el hogar. Una mujercita que atendía sus quehaceres limpiando aquí, sacudiendo allá, barriendo acullá. Preparando los sagrados alimentos y haciendo los deberes escolares con sus hijitos todas las tardes. Formando una familia que mientras más numerosa, mejor, ya que eso hablaba de la virilidad de él y de la santidad de ella. Y tanto él, como ella sabían que cumplían con lo que la sociedad esperaba de ellos.

Pero un buen día…. ¡¡¡ZAS!!!  La mujer decidió liberarse.

¡Sí! Ese tema de estudiar, prepararse, trabajar fuera de su casita, decidir los hijos que podía atender, divorciarse, apoyar a la economía familiar y todas esas necedades.

Y la Mujer salió y descubrió un mundo lleno de oportunidades. Y tomando esas oportunidades, descubrió algo maravilloso: Las Mujeres son tan capaces como ellos. Capaces de generar ingresos, de mantener una casa, de sobresalir en una profesión, de tener éxito en los estudios y en cualquier empresa que se proponga. ¡Ah! Y además, seguir atendiendo y nutriendo el Hogar. Somos multifacéticas, multifuncionales.

Somos la Mujer Maravilla: salvando a la humanidad, haciendo que la verdad prevalezca ante todo, luchando por la justicia, transformándonos en la mujer que se requiere en momentos diversos con atuendo especial y todo, y después de esa ardua labor, llegamos a casa, lavamos y planchamos un cerro de ropa pendiente, hacemos la comida para el otro día, arreglamos la casa, atendemos a los chamacos y si es que hay con quien cumplir, pues atendemos también esa necesidad por qué no.

¡¡¡Uta!!! Qué liberación.

William Moulton Marston, creador del personaje “La Mujer Maravilla”, nunca imaginó que, dado el hecho de que las mujeres hacemos las cosas MUY BIEN, nos íbamos a encargar de representar el papel al pie de la letra y hasta lo íbamos a mejorar; pero nunca se le ocurrió que al hacerlo, le quitábamos la intención a los otros superhéroes de aplicar sus poderes también. Al ver que la Mujer Maravilla todo lo puede no necesitaron hacer mayor esfuerzo. Total, ahí está ella que todo lo sabe, todo lo puede y todo lo resuelve.

Sin embargo esta mujer tiene su punto débil. Si recuerdas la serie, la única forma como puede ser neutralizada la Mujer Maravilla es cuando se le envuelve en su propio lazo. El Lazo de la Verdad. ¿Por qué no nos decimos la verdad?

Es maravilloso ser la Mujer Maravilla pero una se cansa también de “ser siempre la fuerte”. Merecemos descansar, ser cuidadas y atendidas; y a veces no encontramos un espacio para todo eso y lo que es peor, ni siquiera lo pedimos.

Me pregunto si al querer o al tener que representar este papel, no estamos fomentando la pasividad de todos los que nos rodean; quizá estemos apagando su creatividad y no les permitimos que descubran sus propios súper poderes. O los queremos controlar pidiendo que hagan las cosas a nuestra manera. Y en el peor de los casos descalificamos sus iniciativas. Si seguimos resolviendo los problemas de todos, no permitimos que ellos crezcan.

Créeme, algún día la Mujer Maravilla no estará ahí para salvarlos. Qué tal que empezamos a salvar a La Maravilla de Mujer que somos equilibrando nuestros roles, repartiendo obligaciones y otorgando reconocimiento a quienes nos rodean.

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