Hater del amor

Tere Díaz

Tere DíazCuántas veces no hemos escuchado decir a amantes decepcionados:  “yo no creo en el amor”, “el amor no existe”, “amar es privilegio de unos cuantos” o incluso, “no tengo tiempo para andar de romántico”. Estas posturas dan cuenta de decepción, desencanto, frustración, ¿miedo?

Es entendible que a lo largo de la vida prioricemos otros proyectos a una relación amorosa. Es comprensible que algunas personas con vocaciones particulares tengan claro que no tienen un particular interés ni una necesidad de vivir en pareja, y que otros tipos de vínculos les sean suficientes para tener contento a su corazón. Pero ese desprecio al amor que se manifiesta en infinidad de frases, conductas y desplantes para que el mundo se entere que eres un hater del amor, nos hace pensar en alguna situación de dolor profundo o en una negativa a hacer un movimiento que te saque de tu zona de control (emocional, erótico, intelectual, social).

¿Así nacen o se hacen?

Algunos de nosotros somos más “romántico”, soñadores e idealistas; otros tantos preferimos una postura amorosa menos “empalagosa” y de grandes expectativas, pero no por eso mala. Pero reitero que poca gente rehúye del todo al contacto social y al intercambio amoroso: somos seres gregarios, seres que nos desarrollamos gracias a los apegos y a las relaciones que nos contienen y nos confirman. A reserva de personas que nacen con características entre “fóbicas”, herméticas y  solitarias, la mayoría de nosotros queremos relacionarnos con los otros y anhelamos –en mayor o menor medida- un buen amor.

Así, quienes de manera más o menos inconsciente rechazan, repelen, critican y huyen a un encuentro amoroso, es posible que:

  • No hayan superado una experiencia de desamor que les dejó lastimados en lo profundo.
  • Qué hayan buscado con cansancio y desencanto un buen amor y no lo hayan podido consolidar debido a la gran complejidad de hacer pareja en la actualidad.
  • Carezcan de referentes tempranos de un apego seguro (con sus padres o cuidadores primarios) y por ello les sea difícil vivirse como queribles y desarrollar la capacidad de amar.
  • O bien, renuentes en un mundo aguerrido en cuanto a demandas de status, de crecimiento profesional, de resolución de situaciones familiares, que haya priorizado esas tareas y no quieran asumir que no quieren un amor que más que apoyarlos les demande de más.

¿Cómo se puede dejar de ser un hater del desamor?

Pues dependiendo de la causa (que nunca es única y pura) habrás de buscar el entendimiento del asunto y luego una serie de acciones que te llevan a una resolución:

  • A veces reconocer que estamos heridos por un desencanto amoroso, decidirnos a recorrer un duelo nunca vivido y sanar el trauma de dicha decepción, es el inicio de abrirnos a una nueva experiencia amorosa.
  • En ocasiones dejar de buscar algo muy particular, con altas expectativas de encontrar a una persona ideal que no existe, o a construir un tipo de relación que es más producto de “los cuentos de hadas” que de la vida real, nos ayuda a desbancar ideas erróneas sobre el amor y la pareja, y a buscar una pareja suficientemente buena aunque no sea lo que nuestra mente pensaba que era lo mejor.
  • Nunca sobra trabajar las heridas de infancia, pues ningún amor es el primero más que el de nuestros cuidadores tempranos, y eso que vivimos y recibimos en los primeros años de nuestra vida nos condiciona para sentirnos merecedores de amor y para aprender a amar. Las personas que desarrollaron apegos inseguros, ansiosos, evitativos, requieren de un entendimiento de su forma de construir vínculos para poder trabajar con estas experiencias tempranas y encontrar una forma de vincularse sin lastimarse ni lastimar.
  • Y por último, entender los nuevos escenarios amorosos, sus complicaciones, la ambivalencia e incertidumbre que generan en tanto que los roles no están claros para hombres y mujeres, y sabiendo que los proyectos de vida personal con sus retos laborales, sociales, familiares, económicos, dificultan un proyecto de vida común, permitirá hacer prioridades, distinguir necesidades, y tener objetivos realistas y claros entre lo que se está dispuesto a dar, lo que se está abierto a renunciar y lo que es imposible negociar en tanto es valor central de la propia vida.

“Believe it or not”, una consulta terapéutica puede aclararte en qué parte del camino te encuentras, y te apoyará a decidir que lugar en la vida quieres darle a nuevo amor…

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