La virginidad: ¿Un valor que enorgullece?

Irene Torices

irene_toricesUn tema de conversación común entre jóvenes y no tan jóvenes, es el relacionado con la virginidad. Hombres y mujeres a menudo quieren saber qué hacer y cuánto esperar para tener por primera vez relaciones sexuales, sobre todo para el caso de las mujeres, tiene un peso social vinculado a la perdida de la virginidad, en ocasiones lo social supera el significado personal que las mujeres le den a este hecho, influyendo en las emociones, sensaciones y sentimientos que facilitan -o no- que una joven decida iniciar su actividad sexual.

La “pérdida de la virginidad” está influenciada por los valores familiares, religiosos, sociales, etc., que en muchos de los casos impiden el ejercicio libre y responsable de la sexualidad y asumir el placer que puede generar la actividad sexual. Estos valores son lo que hacen que te cuestiones ¿Cuándo será el mejor momento? ¿Con quien lo debo hacer? ¿Estaré traicionando a mis padres? ¿Me van a notar que ya no soy virgen? ¿Ya no voy a poderme casar? etc.

Antes de continuar tratare de definir que entiende la sociedad por “Ser Virgen”:

Socialmente, virgen es una mujer que no ha permitido a ningún hombre introducir su pene dentro de su vagina, se esperaría que la penetración suceda hasta el momento en que contraiga matrimonio. Virgen es una mujer que mantiene intacto el himen.

Los grupos más conservadores, consideran virgen a aquella mujer que no ha tenido ningún tipo de contacto sexual con otra persona y que tampoco ha explorado su propio cuerpo, es decir no se ha masturbado o no ha tenido “fajes profundos”.

Actualmente, un número importante de jóvenes, no consideran la virginidad como un requisito para establecer un noviazgo formal o para contraer matrimonio, reconocen que son más importantes el amor, la comprensión, el apoyo, el respeto, la solidaridad, la aceptación positiva incondicional, la confianza, la comunicación, la inteligencia, el proyecto de vida común, lo intereses y las aficiones, etc., y empiezan a dejar atrás “la castidad”, como un pre requisito para el matrimonio.

El valor de la virginidad históricamente, estuvo ligado a la necesidad de garantizar que la herencia familiar pasara a la descendencia legitima y la única forma que los hombres tenían de garantizarlo era relacionándose con una mujer virgen.

El coito es fantástico para la reproducción, pero no necesariamente para la búsqueda del placer y satisfacción sexual, uno de los mayores problemas a nivel social es haber definido la virginidad como sinónimo de abstinencia coital, así, la diversidad de expresiones de la sexualidad y preferencias sexuales, que no buscan la reproducción fueron definidas como «irreales», en consecuencia se pensó (y se sigue pensando) que no podían existir; desconociendo y estigmatizando las prácticas sexuales que no tienen como objetivo la reproducción, presumiendo que una persona adulta sexualmente sana debe buscar como finalidad única, la reproducción sin valorar si durante la infancia y adolescencia vivió y desarrollo su sexualidad al ritmo apropiado para su edad.

La pregunta que sigue en el aire es ¿la virginidad es un valor que enorgullece?

La respuesta quizá dependa de evaluar si has desarrollado algunas “competencias sexuales”, como los siguientes:

  • Conciencia del sí mismo: Aprender sobre tu propio cuerpo quiere decir no solamente saber dónde está cada uno de tus órganos sexuales, sino también cómo cuidarlo y cómo responde a diferentes tipos de estimulación; es reconocer tus sentimientos, emociones y pensamientos sexuales.
  • Auto exploración: Explorar las sensaciones de tu cuerpo permite reconocer que te gusta, como te gusta, donde te gusta y cómo hacer para que el placer sea mayor. No es una obligación ni una exigencia, es una práctica voluntaria, auto elegida que puede ayudarte a descubrir el placer de la sexualidad por tu cuenta y con una posible pareja.
  • Compartir con otra persona: Significa aprender a dar y a recibir placer con las manos y otras partes del cuerpo, a través de la exploración del cuerpo de tu pareja mientras que explora el tuyo. Así, ambos aprenden a compartir el placer.

Finalmente, recuerda que la decisión de tener actividad sexual es solo tuya, no es una prueba de amor, ni una forma de pertenecer a un grupo o de demostrar que ya eres una persona adulta. No ceder a la presión y decidir libremente, es lo que en realidad le da valor a “la virginidad”, no el hecho de tener intacto el himen o no haber tenido relaciones coitales.

Irene Torices Rodarte

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