¡Niño! ¿Qué acabas de decir?

¡Niño! ¿Qué acabas de decir?

“¡Niño! ¿Qué acabas de decir?”, cuantas veces nos sorprendemos por las cosas malas que dicen nuestros hijos ¿dónde lo habrá aprendido? Actuar a tiempo te ayuda a educar a tu hijo de la mejor manera. Aquí un relato interesante que te puede servir de ejemplo.

— ¡Adiós, enano! —Ángelo saludó al automóvil rojo que salía del estacionamiento de la iglesia. Luego se dio vuelta y vio a su padre detrás de él.

— ¿Perdón? —Preguntó el padre del jovencito Ángelo un poco molesto por lo que acababa de escuchar — ¿Qué acabas de decir?

Justo en ese momento, Ángelo estaba protegido por la sombra de su padre y, aunque el sol ya no lo tocaba, su cara se tornó muy colorada. El niño se sintió avergonzado.

— Dije: “Adiós enano” —musitó.

El verdadero nombre del famoso personaje a quien llamaban “Enano” era Bill Stafford, y era un hombre que padecía de enanismo. Era un hombre adulto, pero su estatura era menor a la de la mayoría de los niños. Al principio, el niño Ángelo no supo cómo reaccionar ante él cuando el señor Bill comenzó a asistir a la misma iglesia que él en Estados Unidos (En ese país mucha gente asiste a alguna iglesia de alguna denominación). Con el paso del tiempo Ángelo se dio cuenta de que aquella personita a quien los niños llamaban enano era simpática, de buen carácter y muy amigable. Pero sólo hasta ahora Ángelo sentía que todo había estado normal. Ahora las cosas no parecían tan normales, estaba parado frente a su padre y éste no estaba muy contento.

— Es cierto que su tamaño no es normal, pero eso no significa que no sea un adulto. Te pido que lo trates con el mismo respeto que a los demás adultos.

— Creo que a él no le importa, ¡todos mis amigos lo llaman así! — aseguró Ángelo.

— Todos tus amigos… excepto tú —le dijo con firmeza su padre— Quiero que tú lo llames señor Stafford, ¿quedó claro? — Sí papá— ¿Él te cae bien, verdad? —Sí, mucho; es mi amigo.

— Entonces, si es tu amigo ¿no crees que deberías tratarlo con respeto?, respétalo, sin importar lo que digan las demás personas.

En realidad Ángelo no había pensado en eso, se comportaba como los demás niños, pero a pesar de eso sabía que no todo estaba bien, de lo contrario no se habría sentido avergonzado cuando se encontró con su padre.

Enséñales a tus hijos a respetar a los demás, sin importar qué tan diferentes sean las personas. Estarás creando una familia más comprensiva y mundo más feliz y tolerante.

Tomado de “Intensamente, ejercita tu cerebro”, relato de Melanie Bockman


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