¿Nos duele a los médicos cuando muere un paciente?

Edilberto Peña de León

Edilberto Peña de LeónJusto la semana pasada murieron dos de mis pacientes, no adultos mayores, que tenían un buen número de años en mi consulta. En estas líneas probablemente hable del sesgo profesional del psiquiatra, casi siempre, no somos los médicos responsables de luchar contra el flagelo de enfermedades mortales, pero sí, muy frecuentemente nos toca ser los testigos “acompañantes” del camino de las personas que saben que más temprano que tarde van a dejar de existir.

Me gustaría relatarles mi historia con uno de los pacientes que les comento. Era un hombre de mi edad, pero aquejado por la esquizofrenia desde los veintimedios, la etapa en la que le tocaba desarrollarse en la vida. Fue por eso que nunca hizo vínculos significativos adultos, ni logró establecerse con una familia, ni un trabajo fijo y duradero. Sin embargo, el talento con el que nació ya se había expresado, era un poeta franco e innato, que incluso desde las áreas más oscuras de la “locura” podía hacer que el lector sintiera lo que él sentía y que su enfermedad le hacía imposible el transmitir de otra manera. Logró publicar varios libros y ganar algunos premios, pero desgraciadamente por el mal cuidado que tenía de su persona fue desarrollando poco a poco una insuficiencia cardíaca que a final de cuentas fue la que le cobró la vida.

En los años en que yo lo conocí fue curioso ver como logró hacer un nexo de seguridad conmigo. Incluso para cuando quería desobedecer (irse súbitamente a vivir a otra ciudad con un dinero que había sacado aparentemente de forma “ilegal” del IMSS, o dejar de tomar los medicamentos), me tomaba parecer y me preguntaba si estaba de acuerdo con lo que él estaba pensando hacer. Definitivamente su vida estuvo doblada y marcada por la enfermedad que tuvo, pero para nada fue una vida aburrida, incluso creo que la disfrutó al máximo, de acuerdo a sus potencialidades.

Finalmente… ¿Me duele que haya muerto?… Sería imposible hacer mi trabajo si viviera como un amigo o familiar cercano cada muerte de un paciente, pero definitivamente hay algunos que dejan una huella en mi corazón de médico, convirtiéndose en maestros para relacionarme y tratar mejor a los pacientes por venir.

Dr. Edilberto Peña De León

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