¿Para qué sirven las emociones?

Gabriela Ávila

Gabriela ÁvilaÚltimamente he pensado mucho en las emociones y no sólo porque soy psicóloga sino porque creo que son importantes en la vida, pero más en concreto para qué sirven las emociones.

Antes de que estudiara psicología y que me envolviera en todo este mundo lleno de emociones, una parte de mi decía que eran estorbosas y que no servían de mucho, lo peor era que a veces corroboraba como no servían.

Había veces que me sentía triste, enojada… todos hemos tenido días no tan buenos, situaciones en las que pasas por algo desagradable. En aquel tiempo  con frecuencia me decía, no tiene sentido que te sientas así o  ¿acaso es que quieres sentirte aún peor?, la gente no debe verte de tal forma.

La verdad de las cosas es que la misma sociedad, algunos libros, la televisión, etc. nos muestran que las emociones no son bienvenidas y que si estas de tal forma, tampoco eres bien aceptado. Por eso hoy te pregunto a ti que me estás leyendo. ¿Será que no sirve sentir las emociones? Y por más que parezca extraño, la respuesta puede ser mas sencilla. Permíteme decirte como lo he vivido. Estoy trabajando en un centro terapéutico en donde las emociones son el pan de cada día y nos motivamos a sentirlas, ya sea se sientan bien o no, aquí es donde nosotros decimos que si ya viene incluido en nuestro estuche de emociones, nos sirven para algo. Me refiero a que si la tristeza por poner de nuevo el ejemplo. Esta es por algo, a mi me ha servido a vivirla. Hace unos años cuando me mudé de casa, me sentí triste por haber dejado la casa en donde había estado mucho tiempo. Hoy puedo ver que si no me hubiera dado la oportunidad de sentir la tristeza que da al dejar algo que para mí es importante, ahora lo veo que en ese momento me sirvió también para darme la oportunidad de despedirme de la casa, de ver que está bien sentirse mal y que no por eso debo dejar de hacer cosas, mi jefe dice, triste me levanto y triste me voy al trabajo o lo que sea que hagas.  Por último, quisiera que te permitieras preguntarte.

¿Qué tanto identifico mis emociones?

¿Contacto con mis emociones?

¿Les hago caso y me doy permiso de vivirlas o sigo pensando que no sirven?

Gabriela Ávila

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