Poliamor: Cuando el corazón da para más de uno


El arte de vivir el poliamor

Tere DíazTradicionalmente se ha constreñido nuestra mirada sobre las relaciones erótico afectivas a moldes raros, penalizando en nosotros el deseo y el placer e idealizando románticamente el amor. Se nos han implantado, a partir de la constante repetición, infinidad de creencias, prejuicios y demás postulados instituidos por el orden económico y social, buscando evitar lo diferente, uniformándonos para que “marchemos” todos iguales y ordenaditos.

Pero los cambios sociales en general son cada vez más evidentes e ineludibles. Uno de esos cambios es la aparición del poliamor. Y digo aparición no por que sea algo nuevo, sino porque en últimos tiempos se ha puesto mayor atención a esta práctica.

El poliamor significa, básicamente, amor entre muchos pero, definitivamente, esto no significa orgías, tríos lúdicos contratados, ni intercambios de parejas. Todas estas prácticas son más bien expresiones transgresoras de la sexualidad costumbrista que algunas parejas incluyen en sus rituales sexuales de vez en vez para ponerles “sal y pimienta”. La poliamoría (como también suele llamársele) menos aún implica infidelidades sistemáticas o amantes clandestinos.

El poliamor hace referencia a relaciones abiertas consensuadas, en el entendido de que es posible amar, y mantener relaciones emocionales, íntimas o sexuales, con más de una persona y de forma duradera. Lo que predomina es el amor, no el sexo, si bien éste puede o no estar presente en el intercambio.

Como todo ideal, incluyendo la vida conyugal, la poliamoría es un acuerdo, una forma más socializada de amar que incluye prácticas honestas, responsables y éticas en el amor a varias personas al mismo tiempo. Quizás su desafío es la no posesión tan inflexible de las relaciones patriarcales que quieren hacer del cuerpo y del alma del otro una pertenencia propia. Alguno de los acuerdos poliamorosos existentes son:

  • Polifidelidad: acuerdos de fidelidad o exclusividad sexual entro los miembros que integral el grupo poliamoroso. Las relaciones amorosas y sexuales quedan confinadas al grupo definido, por tanto no se habla de un contrato con absoluta apertura sexual.
  • Poligamia: consistente en el acuerdo matrimonial con dos o más personas. Si quien tiene varias esposas es el varón se llama poligenia, y si lo es la mujer se llama poliandra.
  • Relaciones o matrimonios grupales: en este caso un grupo de 3 o más personas decide comprometerse en un matrimonio comunitario con convivencia domiciliaria y con responsabilidades comunes que incluyen la manutención del grupo, las responsabilidades doméstica y la crianza de los hijos.
  • Relaciones conexas: este acuerdo permite que cada persona tenga varias relaciones con diversos grados de importancias y acuerdos sin incluir la cohabitación.
  • Relaciones monopoliamorosas: consiste en la aceptación por mutuo acuerdo de los miembros de la pareja que sea sólo uno de ellos quien sostendrá relaciones conexas.
  • Clanes o tribus: este caso incluye redes complejas entre un grupo de personas con base en cuestiones culturales que permiten los intercambios amorosos entre sus miembros.

No hay normas fijas para vivir el poliamor. Si no las hay para vivir el matrimonio, si los acuerdos de dos relaciones de pareja nunca son iguales, la poliamoría tiene mucho camino aún por recorrer. Siguiendo esta idea, es necesario indicar que existen situaciones que, si no se consideran de antemano, llevan al fracaso rotundo y a la lastimadura de quienes participan en tal situación:

  • El autoengaño, por el cual, a pesar de la falta de amor, uno o ambos integrantes no se atreve a abandonar la pareja, permitiendo prácticas con las cuales, en el fondo, no está de acuerdo.
  • Mayor poder de alguno que presiona al otro para prácticas y relaciones compartidas.
  • Celos incontrolables.
  • Remitirse a la poliamoría como una especie de justificación ante una infidelidad descubierta.
  • Un temperamento extremadamente ansioso que requiere de certezas absolutas en las relaciones.
  • Atravesar una crisis de pareja, donde se piensa que con la poliamoría se va a solucionar un problema que tiene raíz en otro lado.
  • Demasiado apego a una vida “normal” basada en los convencionalismos sociales y la normatividad moral.

Sin una experiencia de vida, una madurez personal básica, un manejo adecuado de los celos, es imposible aceptar que la persona amada pueda amar a alguien más. Lograr ver a mi pareja como un sujeto que no me pertenece y no como un objeto que puedo poseer, manipular y controlar, ya es faena importante en muchas relaciones amorosas de a dos. Este reto se incrementa en las relaciones poliamorosas.

No podemos negar que los matrimonios convencionales estén en crisis. Muchas personas, ante el malestar amoroso, cuestionan en el silencio de su interioridad si las cosas “tienen que ser” como son. Más aún, infinidad de personas has sentido o bien experimentado el poliamor en la clandestinidad, o bien se han reprimido ante el deseo de vivenciarlo, generando resentimientos y reclamos a su pareja por verla como fuente de su frustración. Vivir la poliamoría, sea en la modalidad que sea, no es fácil, pero la monogamia forzada tampoco resulta bien.

Considero que la poliamoria, termina siendo –al igual que el feminismo y las nuevas masculinidades- un movimiento de liberación humana.

Tere Díaz en la web: TwitterFacebookLinkedIn y website.

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