¿Vale la pena seguir con mi pareja?


No se puede dejar una relación de pareja por cualquier cosa, pero tampoco puede sostenerse a pesar de todo.

tere-DIAZ

Cuando las cosas van mal, “los primeros en ver las llamas son quienes están fuera del incendio, y no quienes estamos en él”. Y es que a veces no sabemos –o no queremos– reconocer cuando una situación se ha vuelto insostenible y necesita una solución. Es difícil dejar ir algo que queremos o amamos; se requiere valor, mucha conciencia y una buena dosis de voluntad. Entonces, ¿cómo podemos identificar y enfrentar que nuestra relación amorosa está en crisis? No es simple, pero existe en ello un dejo de falta de paz, de inquietud, de intuición que nos dice que algo marcha mal.

Quizá la siguiente lista de síntomas pueda dar una idea general:

  1. Cuando siento más intranquilidad que paz al estar con mi pareja.
  2. Cuando ya no experimento ternura y afecto por el otro.
  3. Cuando prefiero estar acompañada de familia o amigos, que de mi pareja.
  4. Cuando tocar temas “de nosotros” se vuelve un peso o algo que te genera inquietud.
  5. Cuando hay poca reciprocidad, poca retroalimentación y poco interés mutuo.
  6. Cuando la comunicación se estanca fácilmente.
  7. Cuando pierde (o pierdes) interés en lo que siente(s), dice(s) o piensa(s).
  8. Cuando su presencia empieza a irritarte.
  9. Cuando cualquier motivo es excusa para pelear.
  10. Cuando tu pareja o tú buscan afectar al otro, de cualquier modo, incluso por mero placer de verle rabiar.
  11. Cuando tienes que preguntar cuándo será la próxima vez que se verán.
  12. Cuando, lejos de transmitirte paz su presencia, te genera estrés y hasta temor.
  13. Cuando sus charlas se limitan a críticas, peleas o ataques.

No es lo mismo una mala relación, que una “mala racha”. Hay relaciones pobres o violentas por las que ya no conviene apostar, pero muchas otras son actualizables y pueden ser positivas para ambas partes. Por ello es crucial identificar si las causas de nuestro descontento pueden tener solución o conviene terminar la relación por lo sano, para lo cual se requiere disposición de ambas partes. Nuestro grado de tolerancia también debe poner de su parte para disponerse a una transformación efectiva y positiva, pues los grandes cambios se alcanzan con deseo, determinación, planes a corto plazo y pequeñas acciones concretas y sostenidas.

Hoy la vida de pareja, a diferencia de otras épocas, tiene más libertad de elección y, al mismo tiempo, más fragilidad para su duración. Existen infinidad de factores que entran en juego para lograr el sostenimiento de una vida de pareja en común pero, sean cuales sean las circunstancias, es importante siempre tener en mente que las buenas relaciones son para disfrutarlas y las malas para terminarlas, asimilarlas, y crecer gracias a su proceso. Antes de tomar una decisión recuerda que no podemos terminar una relación por cualquier cosa pero tampoco podemos sostenerla a pesar de todo.

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