1-. Comprende al agresor. Ve un paso adelante.
Empatiza con él. Identifica qué hay detrás de su conducta y desármalo con empatía. Lo mejor que puedes hacer al toparte con una persona enojada que amenaza con comentarios agresivos, es escucharla y ponerte en su lugar. Al empatizar, rediriges el enojo que tiene, pues ya no será hacia ti, si no hacia la situación por la que está atravesando.
Expresa abiertamente el interés que tienes por resolver la situación y lo mucho que tú, o tu empresa, lo valoran.
Pregúntate:
¿Por qué lo hace?
¿Cómo ve esta persona el problema?
¿En qué se diferencia de mí?
¿Qué encuentros pasados distorsionan la visión presente?
¿Qué carencia existe detrás de esa actitud?
¿Qué necesita que le sea reconocido?
¿Qué quiere comunicar realmente?
¿Cómo puedo darle lo que realmente le falta?
Ahora, dale lo que necesita:
¿Se siente desvalorizado? ¡Devuélvele el valor!
¿Su poder o autoridad están siendo atropellados? Reconócelo abiertamente. ¡Devuélvele su lugar!
¿Se siente amenazado por tu presencia y trata de humillarte? ¡Haz evidentes las cualidades que posee y que es incapaz de ver!
¿Siente que atropellan sus derechos? ¡Conviértete en su aliado?
2-. No te enganches. Mantén la cabeza fría.
Puede que alguien te diga algo que te haga hervir la sangre o que atente contra ti o un ser querido. ¡No les sigas el juego! Elige tus batallas. No vale la pena tomárselo a pecho; de hecho, mientras menos lo hagas, vas a tener más tranquilidad (y claridad de mente) para reaccionar, negociar o seguir con tu día. Cuando las emociones están a flor de piel la mente racional entra en reposo y eso hace que hagamos o digamos cosas de las que después nos arrepentimos. Bajo el influjo de las emociones es prácticamente imposible tomar decisiones inteligentes. Date unos minutos, respira hondo y si es necesario aléjate.
3-. No te lo tomes personal. No compitas.
Cuando una persona explota, no es contra ti, es contra la situación.
Como diría Vito Corleone en El Padrino:
No es que estén en contra tuya, es que están a favor de ellos.
No te sientas aludido. Dirige la atención hacia la situación. Demuéstrale que no eres su enemigo. De esta forma dejará de estar a la defensiva pues no tendrá nada que demostrar.
RECUERDA: Lo que lo hace sentirse enojado es lo que lo calmará.