5 tips para controlar tus pensamientos

Tere Díaz

Vivimos un mundo que se ha hecho sedentario. Utilizamos más la mente que el cuerpo y pensamos que pensar es suficiente para crear, y en un sentido sí.

Tere Díaz

Nuestros pensamientos –decía Elisa Cano, mi adorada maestra de meditación– son química en acción. Si pienso algo que me entusiasma, que me aporta placer, que me da paz, mis glándulas generan sustancias que me generan bienestar y salud: endorfinas, dopamina, serotonina. De lo contrario, si me dedico a pensar en catástrofes, resentimientos e imposibilidades, pues sobra decir que mi cuerpo producirá bilis, adrenalina, cortisol y que me intoxico de estas sustancias generando a la larga una experiencia no solo de cansancio y depresión, sino de otros padecimientos físicos que pueden ir desde el insomnio y el cansancio crónico, pasando por un síndrome de colon irritable hasta un debilitamiento del sistema inmunológico con todo lo que esto, en temas de salud, pueda implicar.

Por esto es importante adquirir hábitos de pensamientos que nos generen energía y optimismo. No se trata de “ser felices” las veinticuatro horas del día, pero sí de entrenar nuestra mente a trabajar (o detenerse) a nuestro favor. A continuación, te comparto algunas prácticas que te pueden ser de utilidad:

5 tips para controlar tus pensamientos

Afina tu interpretación

Es imposible llegar siempre al fondo y meollo de la realidad; la vida tiene muchos significados, aún así, explicar la realidad con base en creencias erróneas, malos entendidos, “dimes y diretes” o mitos familiares, lejos de afinar nuestra percepción, distorsionan la experiencia. Preguntar, leer, recibir retroalimentación y consultar a un especialista, son algunas opciones que pueden introducir nueva información a nuestro pensamiento y por lo tanto encontrar mejores explicaciones a lo que pensamos.

Toma acción  

En caso de pensamientos intrusivos tóxicos que –entre paréntesis– pocas veces tienen relación con lo que realmente va a pasar, es importante hacer una acción rápida y contundente para detenerlos. Levántate de la cama, llama por teléfono a un amigo, prende tu Spotify y escucha música, salte a caminar, ¡prepárate un café! Cambia tu foco de atención con una acción y detén tu conversación mental viciada.

Aprende a respirar

Los pensamientos obsesivos son producto y generador de ansiedad. Un ritmo de respiración profunda que baje de la zona torácica y llene el abdomen, sostenida durante 8 minutos, logra bajar el ritmo cardiaco y la agitación. Calmarse respirando profundamente ayuda a detener un cerebro agitado por pensamientos “sin ton ni son”.

Genera experiencias emocionalmente correctivas

Los sentimientos dejan mayor huella que los pensamientos, se instalan en un área cerebral.  El poder atravesar un miedo, desafiar un prejuicio, poner un límite a alguien, compartir una tristeza o poner sobre la mesa un enojo, puede sacarlo de la cabeza y confrontarlo con la realidad. La experiencia emocional de ver que aquello no tiene “ni pies ni cabeza”, que lo temido no ocurre o lo pensado no lastima a nadie, incluso que la persona que nos escucha no se altera al escucharte, cambia el estado emocional propio y por lo tanto impacta el pensamiento que generaba la desazón.

Permanece en el presente con tus sentidos

Usar al cien nuestra vista, olfato, gusto y tacto, centrando nuestra atención en la sensación y percepción, es también una manera de mantenernos fuera de una cabeza galopante. Del mismo modo el uso propositivo de la imaginación y la fantasía evocando emociones de momentos reconfortantes, trayendo la ilusión de la situación que se acercan y anhelamos, son formas de desafiar los pensamientos que distorsionan la realidad.

Los pensamientos son como piedras que se lanzan a un lago y que generan ondas que se extienden afectando nuestro mundo y nuestro entorno. Rehabilitar nuestros hábitos distorsionados de pensar es posible. Podemos escoger nuestro foco de atención e invertir nuestra energía en diseñar experiencias, realizar acciones y construir narrativas más acordes a lo que queremos ser y deseamos vivir. Y si de vez en vez se te escapa una piedrita, respira, y vuelve a empezar…

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