Parecía que este día jamás llegaría, pero por fin has terminado la carrera. No más tareas, exposiciones y exámenes sorpresas. A partir de ahora, sólo tendrás que concentrarte en ejercer la profesión que tanto amas. Incluso, has comenzado con el pie derecho porque, a diferencia de millones de jóvenes en este país, ¡ya tienes trabajo!
Es cierto que este empleo no es precisamente el trabajo de tus sueños, pero es la oportunidad de demostrar de todo lo que eres capaz y de aprender unas cuantas lecciones que te servirán el resto de tu vida profesional.
- Dile adiós a las vacaciones. Si estabas acostumbrado a descansar dos semanas en diciembre, otras dos en primavera y un par de meses en verano, será mejor que lo olvides. A partir de ahora, tendrás que conformarte con descansar seis días al año, y sólo cuando ya hayas cumplido doce meses trabajando. Duro, ¿no? ¡Bienvenido a la fuerza laboral!
- Las cosas pocas veces salen como las planeas. Seguramente, esperabas que, en tu primer trabajo, demostrarías todos tus conocimientos y habilidades, que tu jefe y compañeros quedarían impresionados con tu personalidad y forma de relacionarte con los clientes, pero las cosas pocas veces resultan como las planeas. De hecho, existe la posibilidad de que en esta primera oportunidad laboral, tus obligaciones se reduzcan a sacar fotocopias, recibir llamadas y preparar café.
- Nadie te dirá detalladamente cómo se hacen las cosas. Olvídate de esos días en los que los maestros te indicaban la información exacta que debías incluir en tus tareas, dónde la podías encontrar y hasta la forma en la que debías presentarla. A partir de ahora, tu jefe te dirá qué necesita y tú deberás buscar la forma de conseguirlo y entregarlo de la mejor manera posible. Recuerda ser proactivo y proponer soluciones diferentes a problemas comunes.
- ¡Pregunta! Si en la escuela no aprendiste que siempre debes preguntar, en tu primer trabajo te darás cuenta de lo importante que es jamás quedarte con dudas. Olvídate de la vergüenza y pregunta todo el tiempo. Créenos que tus compañeros no te verán como un distraído o ignorante, sino como alguien interesado en aprender cómo se hacen las cosas en esa empresa.
- No vas a llevarte bien con todos los compañeros. Esa idea que tenemos de que seremos amigos de todos nuestros compañeros de trabajo es sólo una utopía. En el ambiente laboral surgen muchas rivalidades, por lo que los conflictos y roces se dan todo el tiempo. Es cierto que conocerás gente con la que conectarás de inmediato, pero pronto comprenderás que es imposible llevarse bien con todos.
- El valor del dinero. Éste es el día que tus padres llevan esperando. Por fin comprenderás lo que cuesta ganarse esos cien o doscientos pesos que te gastabas sin consideración en iTunes o Google Play. A partir de ahora pensarás dos veces antes de comprar algo.
- Decir que no. Uno de los errores más comunes cuando tenemos nuestro primer trabajo es decir que sí a todo. No importa si estamos saturado de pendientes, nos sentimos obligados a aceptar cualquier tarea o favor que nos pidan. Si éste es tu caso, pronto aprenderás que es imposible cumplir con todo y que es mejor decir no que quedar mal.
Por supuesto, el primer trabajo siempre es motivo de emoción, nerviosismo y hasta ansiedad, pero debes recordar que es sólo el escalón con el que inicias tu vida profesional. Enfócate en aprender todo lo que puedas.
Si eres recién egresado y no sabes cómo armar tu currículum, aquí te damos unos tips.