7 libros para enamorarte


 

David García
David García

Exhalar al terminar un libro de amor es lo más parecido que hay a tener un orgasmo sin siquiera tocarse. Hay novelas que dan cuenta del talento humano puesto en papel; de una página a otra nos llevan de la indiferencia a la pasión, pasas del amor al odio entre puntos y comas, y de la tierra al cielo antes del punto final.

Esta es una selección (personal) de siete novelas para sentir que el corazón está ahí, en el lado izquierdo del pecho, y cuya lectura te hará cuando menos, estremecerte y cuando más, enamorarte y apasionarte. ¿Quieres más?

  1. Arráncame la vida

Ángeles Mastretta

Éste tal vez sea el mejor título que haya existido para una novela. Exuda pasión. Cuenta la historia de Catalina Guzmán, una cándida poblana que se casa con alguien que le dobla la edad, el general Andrés. Lejos de resignarse a vivir a su sombra, se hace cómplice en sus manejos de poder y se niega a quedarse sin el placer que no recibe de él:

“A veces en las noches despertaba temblando, suda y suda. Si nos habíamos acostado en la misma cama ya no me podía dormir, miraba a Andrés con la boca medio abierta, roncando, seguro de que junto a él dormía la misma boba con la que se casó, la misma eufórica un poco más vieja y menos dócil, pero la misma”.

 

  1. Como agua para chocolate

Laura Esquivel

En los tiempos en que la hija menor no se casaba y se quedaba a cuidar a sus padres, Tita se atreve a enamorarse. Para su desgracia, o su fortuna, su enamorado termina casado con su hermana mayor. Todo el relato de Esquivel encuentra en la cocina la metáfora de la vida de sus personajes: las cebollas son motivo de lágrimas, las codornices negras son la fe, los pétalos de rosa la pasión que no se extingue. Como nunca, el placer genital mezclado con el placer de la boca. Es la novela mexicana más traducida en el mundo.

«Mi abuela tenía una teoría muy interesante, decía que si bien todos nacemos con una caja de cerillas en nuestro interior, no las podemos encender solos, necesitamos oxígeno y la ayuda de una vela. Sólo que en este caso el oxígeno tiene que provenir, por ejemplo, del aliento de la persona amada; la vela puede ser cualquier tipo de alimento, música, caricia, palabra o sonido que haga disparar el detonador y así encender una de las cerillas”.

 

  1. Cumbres borrascosas

Emily Bronte

Muchos de los mejores escritores de la historia han escrito poco, muy poco. Algunos sólo una novela. Ése es el caso de Emily Bronte, una inglesa conocida bajo el pseudónimo: Ellis Bell. Cumbres borrascosas es una novela arrebatadora y romántica, una venganza que se prolonga hasta el final y un amor que irá más lejos todavía. Es, en definitiva, una complicada tragedia que constituye una de las obras maestras de la literatura.

“Si perecieran todas las demás cosas pero quedara él, podría seguir viviendo. Si, en cambio, todo lo demás permaneciera y él fuera aniquilado, el mundo se me volvería totalmente extraño y no me parecería formar parte de él”.

 

  1. Seda

Alessandro Baricco

Para muchos la mejor novela de la historia, pone de frente al deber ser y al querer hacer. ¿Se puede, estando enamorado, enamorarse de alguien más que no se conoce? Su autor dice que no es una novela, ni un cuento: es sólo una historia. Pero una historia de esas que nos hacen pensar en cómo vivimos, qué sabemos, qué nos perdemos y lo mucho que ignoramos.

“Permanece así, te quiero mirar, yo te he mirado tanto pero no eras para mí, ahora eres para mí, no te acerques, te lo ruego, quédate como estás, tenemos una noche para nosotros, y quiero mirarte, nunca te había visto así, tu cuerpo para mí, tu piel, cierra los ojos y acaríciate, te lo ruego, no abras los ojos si puedes, y acaríciate, son tan bellas tus manos, las he soñado tanto que ahora las quiero ver, me gusta verlas sobre tu piel, así, sigue, te lo ruego, no abras los ojos, yo estoy aquí, nadie nos puede ver y yo estoy cerca de ti, acaríciate señor amado mío, acaricia tu sexo, te lo ruego despacio, es bella tu mano sobre tu sexo, no te detengas, me gusta mirarla y mirarte”.

 

  1. El amor en los tiempos del cólera

Gabriel García Márquez

Un arranque de novela que vive memorizado en quien disfruta de Gabo tanto como de una taza de café con su mejor amigo: “Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados”. El amor de Florentino Ariza, negado, atorado desde la adolescencia durante más de medio siglo, vuelve a tener esperanza cuando el objeto de su afecto enviuda. Una oda brutal al peor tipo de amor: ese que se siente cómo quema, pero que no se puede alcanzar.

“Fue el año del enamoramiento encarnizado. Ni el uno ni el otro tenían vida para nada distinto de pensar en el otro, para soñar con el otro, para esperar las cartas con tanta ansiedad como las contestaban. Nunca en aquella primavera de delirio, ni en el año siguiente, tuvieron ocasión de comunicarse de viva voz. Más aún: desde que se vieron por primera vez hasta que él le reiteró su determinación medio siglo más tarde, no habían tenido nunca una oportunidad de verse a solas ni de hablar de su amor. Pero en los primeros tres meses no pasó un solo día sin que se escribieran, y en cierta época hasta dos veces diarias, hasta que la tía Escolástica se asustó con la voracidad de la hoguera que ella misma había ayudado a encender”.

 

  1. Orgullo y prejuicio

Jane Austen

La novela más conocida de Jane Austen, que tiene un arranque polémico: “Es una verdad mundialmente conocida que un hombre soltero, poseedor de una gran fortuna, necesita una esposa”. Los albores del siglo XIX, una campiña inglesa, una familia con cinco hijas “casaderas” y una madre obsesionada con “casarlas bien”, como si dependiera de ella. Las vueltas de la vida no se harán esperar.

“Después de un silencio de varios minutos se acercó a ella y muy agitado declaró: He luchado en vano. Ya no puedo más. Soy incapaz de contener mis sentimientos. Permítame que le diga que la admiro y la amo apasionadamente. El estupor de Elizabeth fue inexpresable. Enrojeció, se quedó mirándole fijamente, indecisa y muda. Él lo interpretó como un signo favorable y siguió manifestándole todo lo que sentía por ella desde hacía tiempo. Se explicaba bien, pero no sólo de su amor tenía que hablar, y no fue más elocuente en el tema de la ternura que en el del orgullo.

 

  1. Romeo y Julieta

William Shakespeare

Casi prostituida, Romeo y Julieta es una obra única, sobre el placer adolescente de lo prohibido. La más increíble y lamentable tragedia de Romeo y Julieta, como se llama originalmente, ha sido interpretada un sinfín de veces en el teatro y el cine. Lo cierto, es que su lectura nos ofrece la posibilidad de redescubrir la fuerza del primer amor, ese que nos deja ensimismados por años y al que idealizamos sin importar nada.

“¡Silencio! ¿Qué resplandor se abre paso a través de aquella ventana? ¡Es el Oriente, y Julieta, el sol! ¡Surge, esplendente sol, y mata a la envidiosa luna, lánguida y pálida de sentimiento porque tú, su doncella, la has aventajado en hermosura! ¡No la sirvas, que es envidiosa! Su tocado de vestal es enfermizo y amarillento, y no son sino bufones los que lo usan, ¡Deséchalo! ¡Es mi vida, es mi amor el que aparece!”

 

 

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