Desde pequeña había aprendido a imaginar realidades alternas a la realidad. Había aprendido a escapar mentalmente del entorno hostil, atemorizante, y a veces violento que vivía en su hogar. Margot vivía imaginando, fantaseando con un amor de película, con que llegara a su vida una persona que la hiciera sentir feliz, plena, viva. Vivía disociada del presente poniendo toda su atención en el futuro. Un futuro mágico lleno de amor y romanticismo.
Pasaba la mayor parte de su tiempo viendo películas románticas, podía ver la misma película muchas veces. Imaginaba que ella era la protagonista y se enamoraba del galán de la película.
Al llegar a la edad adulta ella siguió fantaseando con el hombre de sus sueños.
Se ilusionaba rápidamente con algún hombre que conocía, le ponía todos los atributos que pensaba tenía que tener el hombre de sus sueños. Se ponía de novia con él, duraba unos meses muy enamorada, hacía todo para complacer a su nuevo amor, le decía que era el amor de su vida, le entregaba todo su tiempo y su cuerpo, hasta que de pronto se le pasaba la emoción y ya no sentía nada por su novio. Terminaba la relación e inmediatamente empezaba a buscar a otro hombre de quién enamorarse.
No sabía por qué se desilusionaba tan pronto y sin ninguna razón aparente. Ya llevaba varias relaciones así. Se enamoraba inmediatamente, pensaba que lo amaba y después dejaba de sentir “amor” y dejaba la relación.
Margot buscó ayuda profesional y descubrió que era adicta al romance. Ella no buscaba amor de verdad, ella buscaba el escape de su realidad mediante el enamoramiento. El enamoramiento se siente en la etapa inicial de la relación y tiene fecha de caducidad. En cuanto Margot dejaba de sentir el enamoramiento, ella buscaba una nueva relación para volver a sentir la “dosis” de romance que necesitaba para sentirse bien. Se dio cuenta que nunca se iba a poder comprometer y establecer una relación a largo plazo. Entendió que había usado el romanticismo como mecanismo de defensa para escapar de una niñez difícil, pero ahora siempre estaba escapando.
Aceptó que tenía una herida emocional de la infancia que tenía que sanar para poder establecer una relación de verdad.
Después de varios meses de terapia y de trabajo personal, aprendió a vivir en el presente, aprendió a dejar de fantasear, aprendió a amar correctamente.
Si tú o alguien cercano a ti vive brincando de relación en relación, es posible que tengas una adicción al romance. Busca ayuda profesional y sana esa necesidad de vivir en una película romántica.
Denise Ramos Murrieta
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