Viendo que ya esta semana, a pesar de estar en semáforo rojo, se termina el período vacacional, comienzan a surgir preguntas importantes, pero probablemente la más repetida en la cabeza es: ¿Debo de esperar hasta después de la rosca de reyes para comenzar a mejorar la dieta sostenida en vacaciones?
Con todo y las medidas de distanciamiento social recomendadas en las semanas anteriores, creo que muy pocos lograron abstenerse de las viandas tradicionales de las fiestas decembrinas: pavo, bacalao, romeritos, lomo, pierna, buñuelos, ponche, todos aderezados de una libertad de consumo de otros postres, bebidas azucaradas y alcohol.
La dieta pareciera ser un territorio remoto de la salud mental, pero nada más lejano de esa preconcepción. Un buen funcionamiento de regulación alimentaria trae un ordenado aporte de oxígeno, hemoglobina y nutrientes al sistema nervioso central, con uso sabio de los requerimientos energéticos para el órgano más importante del cuerpo, una suplementación suficiente de los metabolitos necesarios para producir los neurotransmisores con los cuales funcionan las comunicaciones entre nuestras neuronas; así como el correcto servicio de recolección de desechos del cerebro y disminuir la población de sustancias tóxicas.
Podemos ser tan específicos como en otras participaciones hablando de los beneficios de la dieta mediterránea y de evitar una dieta desordenada como la dieta occidental, pero de forma más general el foco ce la discusión está en el orden y en el balance de los componentes de un plan de alimentación.
Así, que, ante todo lo dicho, llegó el momento de preguntar: ¿Vale la pena esperar a mejorar mi alimentación hasta después de la rosca de reyes?
Edilberto Peña de León