¡Qué maravilla es la tecnología hoy en día! Hasta he llegado a pensar que la soledad no existe, porque basta con tener a la mano una computadora o un “teléfono inteligente“para entrar a la página donde se encuentran todos los amigos que puedas desear: FACEBOOK. Ahí están los que te quieren, los que te acosan, los que te envían mensajitos positivos y te etiquetan aunque luego no sepas como zafarte de la etiqueta, los que quieren ser tus amigos aun sin conocerte, todos están ahí.
Han surgido los reencuentros de amigos de la prepa; los perdones y disculpas de momentos de inmadurez, el placer de ver a la guapa de la secundaria convertida en una verdadera “ñora“, y algo mucho mejor: Tu ex novio de Prepri. ¡Sí! Ese amor platónico que 40 años después seguramente está casado o con un chorro de compromisos y ahora en Facebook se atreve a decir: “Siempre me gustaste ¿Podemos vernos?”
¡A buena hora! Y ahora qué hago con estas lonjitas de más y estas arrugas de mucho más. Porque la foto de Facebook, siempre trae truco… ¡SIEMPRE! Como dicen por ahí: nadie es tan guapo como su foto de facebook, ni tan feo como la foto del pasaporte.
Y empieza así el reencuentro con todos tus amores del pasado. Y la verdad es que no todos terminan bien. Sí, tengo que aceptar que algunos terminan en bodorrio o en un hermoso encuentro; pero muchos terminan en una gran desilusión.
El Facebook ha resultado ser el peor chismoso. Ahí encuentras todas las evidencias que necesitas para comprobar infidelidades, traiciones, criticas, chismes y cosas feítas. Ahí está la foto del pérfido que aunque niegue que se portó mal, ahí está la foto acusadora en Facebook que te lo confirma. Y a ver… quien no le cree ciegamente al Facebook.
Eso sí, en esta bendita red siempre tienes la posibilidad de desquitarte de esa persona y eliminarla de tu vida, digo de tu Facebook; y con enorme soberbia y dolo decirle: te omití, te eliminé y te reporté como spam. ¡Uy! Que miedo.
Las redes sociales pueden ser maravillosas si las usamos de forma equilibrada y madura. El problema es que los seres humanos tenemos una gran deficiencia en la forma como nos relacionamos en general. Si no podemos con la realidad, debemos tener cuidado con lo virtual. Si ya nos alejamos del contacto físico, de vernos a la cara y de resolver todo de frente, imagina lo que sucede si es a larga distancia. Relaciones que terminan por whatsapp, por inbox o simplemente por bloqueo en la red. Y la autoestima destrozada. Un ciclo que se queda abierto, lleno de preguntas y con ideas de series como “criminal minds”.
Y otro tema es el famoso whatsapp que nos vuelve intolerantes y ansiosos ya que despierta el “sospechosismo”. Si no recibimos la respuesta inmediata se nos ocurren mil sandeces como: Seguro ya lo vio, no me quiere contestar, ¿será que está con alguien?, ya pasaron 30 segundos y no me contesta, malditas palomitas azules, además ya vi que está en línea, está escribiendo…. Ya paró, ¿qué le pasa?
Es muy importante madurar nuestras relaciones; pero las cercanas, las que tenemos en vivo y en directo. Tristemente la sentencia de que las redes te acercan a los que están lejos y te alejan de los que están cerca” es una realidad. Como esas madres o padres que en lugar de convivir con sus hijos se conectan a la computadora para fortalecer lazos de amistad. O como esas parejas que se relacionan íntimamente con extraños mientras su pareja duerme en la recamara contigua.
Las redes sociales son maravillosas siempre y cuando se usen con moderación y con inteligencia.
Bueno, los dejo, porque me voy a conectar al Facebook.