¿Cómo acostumbras a llamar a tus hijos? Hay quienes aseguran que hay apodos que se dicen con cariño, desde luego este tipo de apodos son usados en el ámbito familiar, los más despectivos se utilizan en la escuela, en el trabajo y en la calle.
Apodos o hipocorísticos y el impacto que pueden tener en tus hijos:
Qué son los hipocorísticos
El hipocorístico es la abreviatura o el diminutivo cariñoso de un nombre, por ejemplo el de Alberto es Beto, el de Antonio es Toño, el hipocorístico de Andrea es Andy, de Michel es Mich, de Paulina Pau, etc. Con los hipocorístico no hay mucho problema, sabemos que en nuestra sociedad a todos los Francisco se les dice Paco o Pancho, por lo tanto no debes de qué preocuparte por abreviar el nombre de tu hijo si quieres llamarlo de tal forma.
Lo más seguro es que si tu hijo se llama Leonardo, sus amigos lo llamarán Leo, así como tú estás acostumbrado a hacerlo, es algo normal y no hay en ello problemas para tu hijo, al contrario, tu pequeño tiene una identidad
Qué son los apodos
Un apodo es un sobrenombre malintencionado que hace referencia a alguna característica de una persona, por ejemplo «Patas flacas», «Pelusa», «gorda», etc. Un apodo, aunque se diga con cariño, perjudica a un niño, cuando en lugar de «Princesa» la llamas «flaca» o cuando en lugar de llamarlo «Mi Niño» le dices «Dindi» (Sin dientes), pues en algún momento tu hijo se dará cuenta de que esos calificativos no son los más amigables ni los más bonitos que podría tener. Cuando un apodo pasa de ser cariñoso y se convierte en un mote malintencionado perjudica la autoestima de tus hijos.
Lo que no debes creer
Hay quienes aseguran que los motes son divertidos y forman parte de la cultura latinoamericana, pero lo cierto es que aunque sean divertidos para la familia son palabras denigrantes y condicionan la identidad del niño hasta que es adulto.
Suponiendo que tú elegiste el apodo, ¿te gustaría que otras personas se dirigieran así a tu hijo? Si no es así mejor deja de llamarlo así. Evita las bromas y los adjetivos.
Las palabras no se las lleva el viento, tienen un peso muy importante, llamar a una niña «gorda» la condiciona a verse así siempre.
Los adultos ignoran el efecto que tienen los apodos en los pequeños, los niños integran estas palabras en la percepción que tienen de sí mismos, no se dan cuenta de que los llamaron así de cariño, más bien piensan que esa condición los define.
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