En la semana tuve una participación en la tele a nivel nacional. Estaba muy emocionada porque la verdad disfruto mucho la faramalla de salir en tele, y además me encanta tener espacios para mostrar mi visión sobre diversos temas.
Y ahí estaba, a punto de salir en vivo, nerviosa, cuando de repente me pide la presentadora que abra el tema. ¡Pánico! Soy buena contestando peguntas, pero no arrancando así de cero, y además, no estaba viendo a la cámara correcta. Entre señas de la producción y mi propia voz en la cabeza que decía “la estás cargando” perdí el hilo de lo que decía. ¡Horror!
La verdad es que la conductora hizo muy bien su trabajo y me salvó, y puedo decir que mi participación posterior estuvo bastante bien. Pero toda mi atención ese día se fue a ver cómo la había regado y todo estuvo, según yo, súper mal.
Pero esta vez intenté hacer algo diferente. Quise ver lo que sí hay y con todo y mi voz súper autoexigente, pude ver que hubo personas que me escribieron pidiendo apoyo en mis redes sociales, que tuve nuevos seguidores y que en general los comentarios que recibí fueron positivos. Y esto me cuesta muchísimo trabajo.
Hay una parte en la que siempre he creído que para ver el cómo sí se necesitan súper poderes o tener una gran capacidad de hacerse menso, pero con mi reto autoimpuesto puedo notar lo siguientes
- No es tan difícil: es simplemente también voltear a ver y tomar la retroalimentación positiva que existe.
- Lo difícil es lo que sientes (y querer quitarlo): me da vergüenza y culpa ver lo padre que sí hubo, ¿a ti qué te pasa? ¿Te lo quieres quitar? A veces gastamos más energía en no sentirlo para entonces sí poder ver lo bueno.
- Ambas visiones coexisten: ver lo que sí hay y lo que no hay van de la mano. No porque una esté, la otra ya no existe.
- Se vale ver lo que sí hay no es sinónimo de hacerse wey: también se vale disfrutar de los frutos de lo que generas.
¿Para ti cómo es ver lo que sí hay?