No todas las luchas se ganan, ni todas las batallas se luchan
Reaccionar a todo lo que nos rodea y querer que las cosas y las personas sean como nosotros queremos es un eterno nadar contracorriente: terminamos exhaustos y nos deja en desventaja con la vida.
Mi hijo, que es ansiosito como yo, me comentó que uno de sus buenos amigos lo exhortaba a unirse al club del tan complicado arte del “vale madrismo”: “¿si no puedes hacer nada para solucionarlo, para qué preocuparte?” Suena sencillo ¿verdad?. Pero aplicarlo tiene su empeño.
Vamos pues pasito a pasito a desmenuzar algunos puntos de la tan necesitada sabiduría Zen que nos dará algunas pautas para aprender a vivir bien y mejor:
1.- En el día a día va a haber obstáculos e imprevistos. ¡Acéptalos!
Por más que quieras prevenir y controlar, hay un sin fin de elementos sobre los cuales no tienes influencia alguna y que sin duda impactan tu día a día. Más que instalarte en la queja diaria, asúmelo.
2.- Estar en una constante competencia con la vida es el camino a la infelicidad.
Está bien la conducta de desafiarte y lograr tus metas, pero esta actitud llevada al extremo puede causarte un vació y una angustia innecesaria. Como dicen por ahí, “es más rico, el que menos necesita”. ¡Y ojo! No confundas el disfrutar lo que tienes y lo que has logrado con el ser conformista.
3.- La vida es una constante búsqueda de soluciones.
Soluciones a problemas. Pero si quieres resolverlo todo, estás “frito”. Tienes que tener la claridad para decidir qué batallas luchar y cuáles no. A veces, la mejor de las decisiones es derrotarse para soltar el control.
4.- No le des tanto peso a esos problemas.
Sí. Date “chance” de que un poco te valga ma…. El mundo no se va a ir a ningún lado si te das un break de todo eso que crees que depende sólo de ti. Date un respiro y verás que las cosas toman diferente perspectiva.
5.- Lo que piensen los demás, es problema de los demás.
Si le pones mucho valor a lo que los demás opinen, creen o quieren de ti te la vas a pasar muy mal. Es mejor ponerle ese valor a lo que tú pienses de ti mismo. La retroalimentación del entorno te da un punto de referencia pero tienes que discernirla y tomar tu propia posición.
Y por último, pero no menos importante…
6.- El futuro no está secuestrado.
Seguramente ya has leído que la depresión es exceso de pasado y la ansiedad es exceso de futuro. ¡Y cuántos de nosotros no sentimos una ansiedad desbordada al pensar en el futuro!, La ansiedad altera la realidad y puede llegar a amargar la existencia. Confía en que el futuro, aún con sus dificultades, es prometedor y alentador.
Se puede aprender a vivir bien, porque la vida -aunque no es fácil-, si le agarras el modo, siempre es generosa.
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