Hace unos días, platicando con una paciente nueva que llegó a consulta, me di cuenta del poco valor que le damos a nuestras experiencias y lo auto exigentes que podemos llegar a ser con nosotros mismos.
Todo esto surge porque ella llegó hasta el gorro de su situación de pareja. Cuando le pedí que me contara su historia, dijo algo más o menos así: “Ha sido error, tras error. No logro hacer nada bien en pareja y termino con hombres que no me gustan y todo… por no estar sola”.
Muchos de nosotros, en algún momento hemos dicho algo parecido a esto, sino con respecto a la pareja… seguramente, sí con respecto a alguna otra área de nuestra vida. Y es que, hay varios factores que no están del todo acomodados en esa frase.
- No hay tal cosa como error tras error. Eso nos pone en un lugar de frustración y de confirmarnos, una y otra vez, cómo no podemos hacer algo distinto. En mi experiencia, todos SIEMPRE tomamos LA MEJOR decisión que PODEMOS, en tiempo presente. Sí, a la distancia, podemos ver que HOY tomaríamos una opción distinta, pero en el momento en el que tomamos esa decisión, fue la mejor que alcanzamos a ver, con las herramientas que teníamos en ese momento. Por eso, cuando voltees al pasado, no te latigues, hiciste lo mejor que pudiste; voltear hacia atrás nos sirve para aprender y desarrollar nuevas y mejores herramientas… no para martirizarnos con algo que ya no podemos cambiar y que –en su momento- fue lo mejor que alcanzamos a ver y por lo tanto, a hacer.
- Fijar nuestra atención –constantemente- en lo que no hacemos bien, sólo hace que repitamos lo mismo una y otra y otra vez. Necesitamos aprender a notar las cosas que –en esta ocasión- sí hicimos distintas, aunque sea sólo una, no importa. Es importante notar en qué sí logramos avanzar, cómo sí pudimos movernos –aunque sea 1 cm- de lugar. Fija tu atención en lo nuevo, no importa si tampoco dio el resulta que esperabas, lo que importa es que te arriesgaste a probar algo distinto. Así, cada vez, irás ganando más fuerza para animarte a hacer los cambios que necesitas.
- No te hagas trampa. Observa con más atención tus acciones, no sólo tus palabras. Por ejemplo, ella me decía: “no sé por qué termino con hombres que no me gustan” y cuando le preguntó cuánto tiempo estuviste en esa relación, me contesta “un año”. ¿Un año? Algo no checa ¿cierto? No tiene sentido que no me guste, aunque yo diga que no me da nada y que no sé por qué sigo ahí… deja de pelearte con la parte de ti que cree que no le gusta y empieza a buscar qué sí ganas al estar con él. Para qué sigues en esa relación después de un año, tal vez no es tan mala como dices y sólo te estás haciendo trampa. Lo triste, es que el/la única que deja de disfrutar, eres tu. En el caso de mi paciente, cuando investigamos un poquito más, se dio cuenta que sí le daba algo: ¡sexo extraordinario! Y eso, para ella –en ese momento- era muy importante y valía la pena, a pesar de todo lo demás que no le gustaba. ¿Me explico? Por lo tanto, no fue un error, le sirvió mucho estar con alguien así, gracias a esa relación pudo recuperar su sexualidad, aprendió mucho acerca de esta y hoy está más clara con lo que quiere, gracias a ese “error”.
Así que, la próxima vez que te caches recriminándote por “errores” del pasado, mejor busca qué sí te dieron y para qué sí te sirvió esa experiencia. Agradece y aprende del pasado, para que hoy puedas tomar una opción distinta, gracias a la anterior.