Hablar del juego para los niños es hablar de un elemento esencial en su vida. Además de ser divertido, permite que los niños desarrollen sus capacidades y aprendan a relacionarse mejor en su camino por la vida. Cuando hablo de «atención sin forma», me refiero a la mezcla de dos elementos importantes: el juego libre (sin reglas) y la calidad del tiempo.
Cuando estás en el oficio de ser padre, estás creando un piso y una estructura donde hay reglas y límites para que tú hij@ camine mejor por la vida. Sin embargo, el oficio y el hacer de padres, no siempre se combina con nuestro yo soy; es decir, con nuestro ser como individuo único e irrepetible y no caemos en cuenta en la necesidad de hacer esta diferencia. Damos por hecho que las dos vienen acompañadas y no es cierto.
Cuando hacemos juegos libres, donde la base es el respeto, pero las reglas son mínimas, estamos entregando un tiempo preciado a nuestros hijos. La relación toma un vuelo impresionante y la convivencia permite que haya una unión, no sólo a través de la responsabilidad y el compromiso.
El juego en atención sin forma nos hace cercanos, y más cuando se combina con la calidad del tiempo, porque nuestra atención está puesta al 100. Es como hacer yoga mental, para dejar a un lado el estrés del afuera, del hogar mismo y entrar en un espacio libre. De por sí, el juego permite que los niños exploren, prueben y descubran el mundo ya que se desarrollan habilidades físicas, sensoriales, mentales, al mismo tiempo que la creatividad e imaginación; y, sin duda alguna, lo más importante es que el vínculo afectivo se fortalece.
Los juegos en atención sin forma no tienen reglas establecidas como el ajedrez o las damas chinas. Cuando juegas guerra de almohadazos sólo necesitas estar, poner tu actitud y tu sonrisa; cuidar que tu ser esté presente y que tu hijo sienta que estás ahí.
El juego es, sin duda, un colega para resaltar el tema del amor, de la presencia del otro, de los valores como el respeto, la tolerancia y la bondad, entre otros.
Pilar Gamazo, psiquiatra especializada en niños y adolescentes afirma:
El juego permite crear experiencias y sentimientos positivos que se podrán usar en momentos de conflicto. Durante el juego, los adultos pueden enseñar a los niños a resolver problemas, fomentar el vocabulario, mostrar aprobación ante la creatividad y mejorar su autoestima.
Según el libro Ayudando a crecer, de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), esta actividad le permite al pequeño desarrollar su mente y cuerpo, entender cómo funciona el mundo, las relaciones con los demás, dominar el lenguaje y formar su capacidad de razonamiento.
En el mundo de hoy, jugar es una manera esencial de fortalecer la relación, de crear un ambiente acogedor y seguro para que puedan desarrollar mayor confianza contigo, explorar la expresión de sus sentimientos, resolver problemas y tener todas las posibilidades de diversión sin asumir riesgos.
Atención sin forma significa estar sin organizar y dirigir; es crear una relación donde el derecho a Ser es el principal objetivo, por el simple hecho de existir.