La palabra TENTACIÓN es muy atractiva. Nos evoca a esos placeres culposos que de momento nos hacen vivir intensas sensaciones, pero ya pasado el rato nos hacen sentir una culpa terrible.
Hay de tentaciones a tentaciones. No es lo mismo “pecar” comiendo un pastelito de más a “pecar con el compadre”. No es lo mismo tomar una copa de más que una botella de más. No es lo mismo llevarme un recuerdito de la fiesta a llenar mi bolsa con todos los adornos que hay.
Tentaciones son todas las acciones que pasan un filtro que se llama CONSCIENCIA y la verdad es que todos pecamos de una forma o de otra.
Seguramente a estas alturas del año todos caímos en la tentación de romper la dieta, de dejar el gimnasio, de darle OTRA oportunidad a quien juré que no le iba a tomar la llamada, en fin. Sobran tentaciones que nos hacen tambalear. Así que aquí aparece otro personaje que se llama VOLUNTAD.
Desafortunadamente tentación es algo que sabemos que no nos hace bien. Tiene que ver con lo prohibido y con la prudencia; y en muchas ocasiones con el simple sentido común. Pero parece que cuando aparece la tentación todos estos botones se bloquean o se apagan.
Trabajar con la voluntad es un camino que requiere mucha fuerza, disciplina y sobre todo Amor por nosotros mismos. De verdad, aunque suene rollo mareador el hecho de amarte a ti mismo hace que el foco se encienda cuando algo te va a lastimar o te va a doler.
Si esa pareja te hace sentir en el cielo media hora, pero el siguiente mes te vas a revolcar en un infierno de dudas, de incertidumbre, de abandono la pregunta es: ¿Cuánto te quieres?
Si ese pastel delicioso te va a durar 10 minutos en la boca y 10 años en la cintura, la pregunta es: ¿Cuánto te quieres?
Si dormir una hora más te va a saber delicioso, pero vas a empezar el día tarde, sin hacer ejercicio, corriendo porque se te hizo tarde y sin desayunar, la pregunta es: ¿Cuánto te quieres?
Si en la tentación dices “no va a pasar nada”, no te cuidas y por un rato de placer tienes un embarazo, una enfermedad o un mal momento. La respuesta es: No te quieres.
Es hora de que pensemos que cada decisión tiene consecuencias y hay consecuencias que tardan muchos años en asimilarse o repararse. Las tentaciones estarán ahí siempre, pero la prudencia, el sentido y el amor propio tienen que estar muy presentes a la hora de filtrar.
¡Ah! y recuerda que desafortunadamente, el alcohol y las drogas diluyen nuestra voluntad. Te lo digo para que te quieras.
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