Maritza pensaba que había encontrado el amor de su vida. Se sentía afortunada porque estaba enamorada de su novio y ahora tenían una pequeña empresa juntos. Habían estudiado la misma carrera en la universidad y habían hecho planes juntos para construir su empresa y después su familia. Todo iba muy bien, la empresa iba creciendo y pusieron fecha para la boda. Dos meses antes de la boda Maritza descubrió que estaba embarazada. Se puso feliz, pues el plan era embarazarse inmediatamente después de la boda y había sucedido un poco antes. Para ella estaba bien y Joaquín, su novio, también dijo estar feliz con la noticia. Rentaron la casa donde iban a vivir, la amueblaron, hasta el cuarto del bebé ya estaba listo. Martiza sentía que estaba viviendo en un sueño. Un sueño que se hacía realidad con cada día que pasaba.
Llegó el día de la boda, todos estaban listos. Habían venido los familiares de todas partes del mundo. Iba a ser un gran día. Ya estaba todo listo. El salón para la fiesta, el templo lleno de flores, el crucero al que se iban a ir de luna de miel, pagado. Todo listo. Ella llegó al templo radiante y feliz. Joaquín no había llegado, pero en su mente pensó: “ ya no tarda así es él, un poco impuntual”. Pasaron los minutos y Joaquín no aparecía. Ella le marcó al celular y la llamada se fue a buzón. En ese momento sintió desesperación y frustración. No sabía por qué no aparecía Joaquín. Por fin iban a concretar sus sueños. ¿Qué estaba pasando? Maritza no entendía por qué tardaba tanto. Siguieron pasando los minutos, pero Joaquín no apareció. Joaquín no llegó a la cita más importante. La boda.
Maritza vivió unas semanas aturdida después de ese evento. No quería salir de la cama. Joaquín no le había vuelto a contestar ni una sola llamada. Una hermana de Maritza había ido a la empresa que ambos habían construido y se dio cuenta que la empresa ya no estaba. El local estaba vacío. Ya no quedaba nada de lo que habían construido juntos. Solamente quedaba ese pequeño ser que ella llevaba en su vientre. Cuatro meses tardó en levantarse. Maritza lloró hasta que no le quedaron lágrimas, poco a poco entendió que la vida iba a seguir y que su hijo iba a nacer. Maritza se secó las lagrimas y empezó a planear su vida nuevamente. Una familia de dos. Su familia.
Hoy después de cinco años, Maritza ya tiene su pequeña empresa, ama a su niño y ha vuelto a construir su vida y su amor propio. Tiene un novio que la quiere y también quiere mucho a su hijo. Aún no sabe si se va a casar con él, pero ahora disfruta intensamente el hoy, sin planear tanto el futuro.
Denise Ramos Murrieta
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