El pasado 10 de noviembre me presente por primera vez en el puerto de Veracruz, el estado de Veracruz era uno de los pocos que me faltaban por conocer de la república mexicana y dejo en mi un grato sabor de boca. Veracruz fue un contraste para mí, vi una ciudad moderna, en movimiento, con un remodelado aeropuerto, vías rápidas y plazas comerciales a la altura de las grandes metrópolis del país, sin embargo los veracruzanos me manifestaban su descontento con su situación actual. Varios jarochos me decían que la población se sentía robada, insegura y lastimada. No es la primera vez que cuando visito una ciudad escucho ese tipo de comentarios, pero en esa ocasión era más reiterado parecía que me querían decir “los jarochos les ganamos a todos”.
Mi conferencia fue el viernes por la tarde noche, poco más de tres horas de en el escenario, así que al otro día decidí salir a turistear y conocer el fuerte de “San Juan de Ulua, ahí fue donde conocí a Chiristian. Christian era conductor del taxi que detuve afuera de mi hotel para llevarme al fuerte, platicamos muy poco en la ida, pero cuando le pregunte como me iba de ahí al aeropuerto rápidamente me dijo que él estaba ahí por mí a la hora que le dijera. Quedamos a las 12 pm y con sorprendente sincronía los dos estábamos en el punto y hora acordados; situación que me llamó la atención ya que los mexicanos no solemos ser puntuales (yo si soy muy puntual).
Pronto comenzamos a platicar y Christian me contó su historia: a los 18 años lo mandaron a E.U. de indocumentado ya que andaba de “vago” y no querían que se descarriara; estuvo seis meses en Salt Lake y después se movió a la costa Este donde trabajo por seis años, fue deportado al ser detenido por una infracción de tránsito, ya habían comenzado las redadas así que para verificar su estatus migratorio fue detenido. Christian firmo su deportación voluntaria y después de pasar dos meses en la cárcel fue deportado a México.
Christian regreso y se puso a trabajar, no tenía intenciones de regresar a E.U. y menos después de ser papá. La plática siguió y pronto comenzamos a hacer números de sus ingresos laborales mensuales; Christian tenía dos taxis de su propiedad, uno que conducía el mismo y otro en el que trabajaba un chofer. Sus dos unidades le daban aproximadamente 24 mil pesos al mes (cuatro veces más de lo que ganaba un licenciado (cosa que me comentó un día antes)). Christian tenía sus cuentas perfectamente en la cabeza, sabía la vida útil de sus unidades, su desgaste y cuándo las tenía que cambiar. Me comentó que estaba por rentar un auto-lavado; un amigo suyo era el dueño, pero no le daba los ingresos esperados, Christian me dijo “Es que es muy negrero, no sabe cuidar a sus empleados y ellos son su principal activo, le duran muy poco y se pierde dinero por falta de personal. Cuando maneje el auto lavado les pagaré bien y no los apresurare a terminar el trabajo rápido y mal hecho con tal de atender a más carros, el cliente debe recibir un servicio de calidad aunque tarde un poco más».
Según los números de Christian, al rentar el auto-lavado duplicaría sus ingresos por una pequeña renta mensual. Christian me dice «¿Por qué me voy a querer regresar a E.U. si aquí si hay trabajo con buenos ingresos? Sólo hay que trabajarle e invertir un poco para producir más.»
Nos despedimos sacándonos una selfie que hoy te comparto no sin antes darme su teléfono para que le llamara la próxima vez que regresara al puerto. Mexicanos exitosos hay mucho en este país y en Veracruz encontré uno más.
¿Tú qué pretexto tienes para no ser exitoso?
Adrián Gutiérrez