Todos quisiéramos que el doctor nos recetara una medicina mágica que nos evitara sentir el profundo dolor que causa la ausencia de alguien ya sea porque se murió, porque terminamos una relación o porque estamos lejos de la persona que amamos, pero infortunadamente la ausencia duele y no hay manera que te saltes este paso.
En el dolor está oculto el aprendizaje, claro que esto no nos gusta y desearíamos que fuera distinto y que por medio de las experiencias satisfactorias pudiéramos crecer… la realidad es que nuestro avance en la escalera emocional es siempre a través del dolor aunque no nos guste.
Este dolor tan profundo que nos lacera cuando experimentamos la ausencia es muy desagradable y todos quisiéramos quitárnoslo rápido o anestesiarnos mientras mágicamente pasa, pero entonces ¿qué hacemos con el dolor?
Lo primero es que debemos prepararnos y saber es que vamos a extrañar a la persona ausente y esto no es malo, sino prueba de que uno está vivo y parte necesaria del proceso. Tampoco significa que porque extrañes debes de volver con esa persona. Analiza si extrañas a la persona, la persona que eras a su lado o la ilusión de lo que podría haber sido y no fue. Si eres honesto verás que pocas veces extrañamos a la persona por su valía.
Es muy común que sintamos que si la otra persona ya no está nosotros nos desdibujamos y dejamos de “existir” porque en muchísimas ocasiones dejamos nuestra vida por “montarnos” a la suya y cuando se va nos sentimos morir pues literalmente nos quedamos sin una vida propia. Nos cuesta entender que a veces terminar con alguien es doloroso pero es por nuestro bien.
Uno decide si el dolor que sentimos es un dolor de muelas “inútil” o un dolor de parto que traerá como fruto un inmenso crecimiento, por ello debemos de transmutar cada dolor a uno de parto que traerá como resultado un yo más maduro, más sabio y más experimentados. Todo lo que sentimos trae un mensaje, por ello no debemos de tener prisa por quitarlo de nuestro ser, más bien debemos analizar qué estamos sintiendo y por qué llegó a nuestras vidas para poder tomar el aprendizaje.
Todos los cambios nos desestabilizan aunque a la larga sean para bien, pero el duelo que debemos de vivir al perder a una persona debe de sacar nuestra parte adulta para poder crecer de él, recuperar nuestra vida y entonces lograr sentirnos como seres vivos, con valía y propósito.
Así que te invito a que abraces con amor el dolor de esa situación que tanto deseas terminar, que lo vivas adaptándote a él y que tomes las fuerzas necesarias para crecer a través de este.
Un abrazo bien fuerte, de esos que reparan el alma.
Con amor,