Si algo es común en terapia con los adolescentes es que les cuesta muchísimo trabajo hacerse responsables. Y puedo explicar esto desde factores neurológicos (aun no tienen desarrollada la corteza prefrontal al 100%… esa que hace que midamos los peligros y tengamos “juicio”), pero en mi trabajo he observado que en general tiene que ver con cómo se manejan las consecuencias y compensaciones en la familia, así con cómo se entiende la responsabilidad en sí misma.
Comúnmente entendemos responsabilidad como “pagar las consecuencias” o hacernos cargo de nuestra parte. Sin embargo, hacerlo es una tarea difícil. Fácilmente podemos creer que nuestra responsabilidad únicamente fue no poner un alto. Por ejemplo, es común escuchar en las peleas entre adolescentes que alguno de ellos sólo se estaba defendiendo del otro, y que lo responsable hubiera sido “ponerle un alto” a la otra persona, pero cuando nos ponemos en esta postura, dejamos de ver qué sí hicimos nosotros también.
En mi adolescencia siempre me quejaba de que mis compañeros de escuela no eran confiables. Pensaban que tenían dobles intenciones y siempre tenía una actitud “sospechosista” hacia ellos. No fue sino hasta hace como dos años que pude ver que si me costaba hacer amigos era porque puedo llegar a ser agresiva y lastimo sin querer a la gente. Al ver esto, puede notar que las acciones de los demás, que yo sentía “mala onda”, tenían que ver también con algo que yo hacía. Notarlo implicó ver mi parte y por lo tanto empezar a ver con otros ojos las situaciones que llegaron a pasar, y sí, me dolió mucho.
El primer paso para poder hacernos responsables es ver auténticamente nuestra parte (un buen tip para saber si lo estás haciendo es que en general duele verlo), el segundo paso tiene que ver con compensar el daño.
Una de mis concuñas hace poco estuvo en el hospital por influenza y algunas de sus amigas no la fueron a visitar. Cuando se dieron cuenta de que esto hizo que mi concuña no se sintiera querida y apoyada le preguntaron cómo podían compensarlo, y ella pidió cupcakes. Hay muchas formas de compensar, depende de qué esté bien para la otra persona. Y también se vale pedir compensación.
Una buena forma de enseñarle a los adolescentes a ser responsables es poniendo el ejemplo. Empieza a notar en qué situaciones o áreas no estás viendo realmente tu parte. Si te cuesta trabajo verla se vale preguntar. Una vez que veas tu parte compensa el daño, recuerda que puedes preguntar cómo compensarlo (te sorprenderás que muchas veces la compensación tiene que ver con hacer que la otra persona se sienta vista).
Otra forma de apoyar a los adolescentes a ser responsables es acompañándoles a ver cuál sí fue su parte (cuando te cuenten que se pelearon con su amigo, no le “compres” su versión y ayúdalo a ver qué tuvieron que ver ellos para que eso ocurriera) y pidiéndoles que tengan una compensación con el otro. No trates de resolver la situación por ellos para aprovechar la situación y generar un aprendizaje en tu hijo.
Responsabilidad implica ver que mis actos le afectan al otro, implica ver que no estoy solo en el mundo y como consecuencia, cuando soy responsable, empiezo a ver a los otros.