Hay días en los que todo, absolutamente todo desde que pones un pie fuera de la cama, parece que está de cabeza; nada te sale, al tomar un baño te percatas de que se acabó el gas y está fría el agua, no compraste leche y ni hablar de los huevos, por lo que prácticamente te quedaste sin desayuno, entonces procedes a irte a trabajar y te das cuenta que una llanta de tu auto está ponchada o bien se te olvidó cargar tu tarjeta del metro y tienes que hacer una larga fila para poder comprar un boleto. Hasta aquí ya vas retrasado y con miles de preocupaciones que sabes no vas a poder arreglar en un santiamén.
Llegas al trabajo y con tantos contratiempos se te pasó por completo que había una junta con tu superior; o sea, todos sin excepción en cuanto abres la puerta te voltean a ver con cara de «¿y éste quién se cree para llegar a esta hora?», así que prepárate para lo que viene, no sin hacer a un lado que al final te dicen que los retardos y cualquier otra cosa que semeje incumplimiento, son faltas que por consiguiente impiden que tengas el esperado bono trimestral, y así por el estilo sigue todo el día.
A la hora de la comida pides una ensalada y ¡ohhh sorpresa!, resulta que en menos de lo que canta un gallo te haces acreedor a una amibiasis marca acme que tiene en vilo por completo a tu estómago, y de la tarde mejor ni hablamos, ya que las constantes visitas al baño, los retortijones y la mortificación de terminar todo lo que tienes pendiente de trabajo te hace que la cabeza te estalle y desees no haberte nunca levantado de la cama; pero como ya lo hiciste lo mejor es que pongas remedio y cuanto antes pidas ayuda, no a gritos, sólo solicita ayuda, y quien mejor que los ángeles para asistirte.
Así que antes de que pierdas la cordura y quieras aventarte del piso más alto de algún edificio aledaño, dirígete a estos seres alados.
Ángeles de mi guarda, les pido que en este momento de tribulación me asistan para poder limpiar mi energía y dejar atrás las cargas, que mis caminos se aclaren y yo pueda andarlos en perfecta armonía, agradeciendo todo lo que está fuera de mis manos y que se muestra oportunamente para mi aprendizaje. Así sea, Amén.
Una vez que hagas esta oración con todo fervor, respira profundo y deja que pasen unas horas, te puedo garantizar que poco a poco vas a sentir ligereza y confort, tu pulso se va a desacelerar y entenderás que cuando pides asistencia en el camino, tal como lo has visto en los comerciales de seguros de auto, tu vida es más fácil y llevadera, de tal suerte que empiezas a vivir más relajado y en confianza sobre el diario acontecer y todo lo que te rodea; o sea, comienzas a dejar que los ángeles te ayuden y se encarguen de hacer su trabajo para que tú puedas hacer el tuyo sin interrupciones.
Deseo que todos los días antes de salir de casa, les pidas que se manifiesten en tu caminar y te lleven de la mano; eso sin lugar a dudas en poco tiempo será una bendición irremplazable que no te cansarás de agradecer.
Que hoy los ángeles se presenten en tu vida y te lleven por los senderos. necesarios para tu evolución.
Te deseo una bendecida semana.
Georgette Rivera