¿Eres de los que piensa que unos nacen con estrella y otros, estrellados?, ¿crees que el carisma es algo que obtenemos al nacer y que si llegamos tarde a la repartición pues ya nos fregamos?, ¿piensas que ser carismático en verdad tiene que ver con tener sangre pesada o sangre ligera?
Pues te tengo una gran noticia, ¡ninguno de los mitos que acabo de mencionar son ciertos! En realidad, el carisma se compone por una serie de conductas que los demás observan de nosotros y conforman nuestra personalidad. Mismas que podríamos haber imitado de nuestros padres desde pequeños o que podemos empezar a practicar desde ahora. Con constancia y persistencia, cualquier conducta se convierte en un hábito, y cada hábito transforma nuestro estilo de vida y la percepción que los demás tienen de nosotros.
Entonces, si el carisma se compone por una serie de conductas que nos ayudan a ser percibidos como personas agradables con quienes la mayoría de la gente quiere estar, ¿qué te parece si desglosamos algunos de estos dichosos comportamientos, para que puedas aplicarlos y practicarlos desde YA?
OJO: Recuerda que el cerebro, aunque es un órgano y no un músculo, en realidad tiene la posibilidad de fortalecer o debilitar nuestras capacidades según lo que practiquemos (como cuando hacemos ejercicio). Por ejemplo, si toda la vida haz ejercitado con gran constancia la capacidad de observar lo negativo, aburrido, complicado y tedioso de cada situación; pues entonces seguramente eres un maestro en la materia. Pase lo que pase y hagas lo que hagas, tu cerebro tiene ya un gran poder para observar aquello que le has enseñado a ver con tanta persistencia: lo malo. Y seguramente la gente no quiere estar a tu lado porque tu negatividad se vuelve contagiosa y sacas lo peor de todo y de todos. ¡Y eso no quiere decir que seas una mala persona! Sencillamente te han o te has entrenado para eso. Fortalecer, entonces, el músculo (siguiendo esta analogía) del carisma, no es algo que obtendrás con sólo leer este artículo; pero si con la misma tenacidad que has practicado las conductas que hoy ya no te funcionan, empiezas a practicar éstas que ahora reconocerás, entonces poco a poco nuevas conexiones en tu cerebro ocurrirán y te acostumbrarás a reaccionar de manera diferente; con el tiempo ya no tendrás que estarte esforzando tanto por llevarlas a cabo, pues serán naturales. ¡Confía en mí… o mejor aún, confía en ti!
Aquí, algunas de las principales claves del carisma:
- ¡Avíspate!
A todos nos gusta estar cerca de personas inteligentes y capaces. Y en realidad, el que los demás te perciban como tal no tiene tanto que ver con tu preparación, estudios o conocimientos, sino más bien con tu capacidad de observar, estar alerta, responder oportunamente y de volada a las necesidades de otros. Esto quiere decir que debes estar PRESENTE. No absorto en tu celular, no pensando en la inmortalidad del cangrejo… AQUÍ Y AHORA. Seguramente identificas a alguien así. Esas personas que llamamos “atentos”, que si se cae algo lo recogen rapidísimo porque fueron los primeros en notarlo, que si alguien se está poniendo el suéter lo ayudan de inmediato, que toman el control de la situación ayudando a otros a resolver sus necesidades aún antes de que las expresen. ¿Por qué? Porque están atentos observando, percibiendo y creando empatía. - Apasiónate.
En un mundo con tanta incertidumbre y apatía, encontrar a personas apasionadas por un sueño, por la vida, con algún ideal que defienden con firmeza, con una convicción por la que trabajan todos los días, con un rumbo claro… se vuelve realmente mágico. Sin caer en el fanatismo, por favor, ningún extremo es bueno.
Automáticamente, las personas apasionadas se convierten en líderes cuyas convicciones atraen como imán a muchos otros que quieren hacer propios sus sueños y acompañarlo en su camino. ¿Por qué? Pues porque ofrece certeza, certidumbre.
Aquellos que no comparten sus ideales, quizás no lo seguirán, pero desde su propio lugar, lo verán como un ser humano interesante y admirable, definitivamente carismático. - Salpica.
Es decir, comparte. De nada sirve que tengas un sueño si éste no sirve para servir, para ayudar a otros a mejorar su propio estilo de vida. El carisma de autoridad se gana cuando las personas a nuestro alrededor se dan cuenta que estamos dispuestos a usar nuestro poder, para acercar oportunidades a otros, para repartir (metafórica o literalmente) lo que ganamos, para tocar la vida de otros con las bendiciones que hemos conquistado. Dicen que en México tenemos cangrejismo[1], que cuando a uno le va bien, los demás nos corroemos en envidia y, consciente o inconscientemente, hacemos lo posible para que pronto se tropiece. Creo que esto es consecuencia de la gran falta de líderes verdaderos que hay en nuestra sociedad. Sí, empezando por nuestros políticos. Nos hemos dado cuenta que la mayoría, en el instante que alcanza el poder, se olvidan de usarlo para el bien de los ciudadanos y lo usan para sus propios intereses. Pero, ¿realmente podemos decir que nosotros no lo hacemos en nuestro propio ámbito? Que quede claro: el poder egoísta produce envidia; el poder enfocado en el servicio, genera carisma. - Empieza tú.
Nos gustan aquellos a quienes gustamos. Nos interesan quienes muestran interés por nosotros. Queremos a quienes nos quieren. Nos importan más aquellos a quienes más les importamos. ¿Le sigo? En tres palabras: SOMOS SERES RECÍPROCOS. ¿Quieres que la gente se interese por ti, te escuche con atención, te quiera, te valore, etc? Empieza tú, haz lo pertinente: muestra interés por ellos. - Sé feliz.
¡Y contágialo! Nos gusta estar cerca de aquellos que gozan la vida, que se sienten bien consigo mismos, que tienen buen sentido del humor y saben reírse. Las emociones son contagiosas, por eso estas personas literalmente sacan lo mejor de nosotros. No quiere decir que tienes prohibido estar triste o enojarte. Solamente sé prudente y elige bien cuándo y con quién compartes tus pesares y, por piedad… NO USES LAS REDES SOCIALES PARA DESAHOGARTE, o despídete de tu carisma.
Basado en la metáfora de que los mexicanos somos como cangrejos en una cubeta, cuando los demás vemos que uno está a punto de salir y escapar, los demás nos encargamos de jalarlo para abajo con el fin de asegurarnos que no pueda tener éxito y lograrlo.