¿Alguna vez has hecho algo por alguien más –aunque a ti no te mate de pasión-? Constantemente me preguntan si está bien entrarle a la hora de las complacencias y “ceder” en la cama. Tú ¿qué opinas?
Yo creo que se vale llegar a acuerdos y el sexo, no escapa de ellos. Además, dar placer nos produce placer; es decir, hacer algo por mi compañero(a) sexual –porque él o ella lo disfruta- pero a mí no me vuelve loca(o) no tiene nada de malo, al contrario, probablemente nos ponga en el mood indicado y nos sintamos súper poderosas(os).
La línea, como siempre, es muy delgada… pero la regla general sería “ceder” o “complacer” al otro siempre y cuando no sienta que estoy haciendo algo que va en contra de quién soy, en detrimento de mi autoestima o ponga en riesgo mi integridad física y/o emocional, vale la pena.
El problema no es el “qué” es el “desde dónde” quiero complacer a mi pareja. Si lo voy a hacer para que la otra persona no se vaya, no me deje de querer o por miedo a dejar de gustarle –entre otros-… no es el ideal de los lugares. Te recomiendo que revises qué está pasando contigo y de ser necesario, pide apoyo. Todos hemos estado ahí en más de una ocasión, no es el fin del mundo, pero sí vale la pena atrevernos a hacer algo distinto, ver por nosotros y construir un “yo” mucho más fuerte.
La sexualidad –para mí- es una energía de vida; es conectarnos con ella. Es sintonizarnos con el placer, con el goce, con el disfrute. Por lo tanto, hacer algo que hace feliz a la otra persona y por ende me hace feliz o me da gusto a mí, vale la pena. Se vuelve una relación de disfrute para ambos e incluso, en ocasiones, nos impulsa a probar cosas distintas y a abrir nuestro abanico de opciones hacia parajes que no teníamos idea que –de hecho- nos resultan placenteros.
Por ejemplo, tal vez tu compañero(a) de juegos te pide que te disfraces o te pongas lencería más atrevida. Si eres de mi equipo y –en general- no es algo que tu pedirías o harías ¿qué pasa si te animas a probar? En una de esas descubres que sí te gusta ó te das cuenta que te ayuda a hacer las paces con tu cuerpo y te abre todo un mundo de posibilidades que no creías existiera para ti.
¿Mi invitación de esta semana? Escucha a tu pareja, no importa si es por una noche o por toda una vida; pregúntale cuáles son sus fantasías, qué le gusta, pero específicamente qué le gustaría hacer contigo. Escoge una cosa –con la que sí puedas y quieras- y atrévete a hacerlo… quién quita y descubres algo nuevo en ti y de paso, le dibujas una sonrisa a alguien más