Hace una semana tomamos mi familia y yo la decisión de dormir a mi perra «Dori».
Creí estar listo. Sabía que me iba a doler pero tenía está idea de que como lo sabía, no iba a doler tanto, pero a mi sorpresa llore como Magdalena, y no dormí dos noches.
Es extraño llegar y no verla.
Creo que en general hay un estigma donde la muerte de una mascota no debería pegarte tanto, creo que si en parte nos diéramos permiso de ver el lugar que ocupan en nuestras vidas, veríamos lo influyente que son.
Hay una parte donde me da culpa y vergüenza preguntándome quiénes somos para decir sobre su vida, pero creo que verla en el camino hacia el veterinario, como no la veía hace meses, con brillo en sus ojos, curiosa y alegando todo el camino; me hizo darme cuenta que de hecho habíamos sido egoístas al no querer dejarla ir.
Me duelen 3 cosas:
- Primero, que ya no esté.
- Segundo, haber dejado irla antes.
- Tercero, no haberla disfrutado más cuando estaba con vida.
Creo que lo que me queda decir es darle una caricia a tu perro, gato, pájaro y date chance de disfrutarlos, y si ya no están, date chance de que duela.
Acabaré con una frase muy cursi:
Los perros viven menos porque llegan a este mundo sabiendo amar.