Suena de locos, ¿verdad? Pero piensa, hemos sido educados a sufrir, con una gran carga de culpa cargando a cuestas. Las personas que más sufren son las que más atención reciben, «ay pobrecitos» creíamos que éste era un valle de lagrimas y que teníamos que cargar con la cruz de nuestra parroquia ¿Quién querría vivir así? Claro que nadie. Pero lo teníamos grabado hasta el tuétano. Imagina, creíamos que el Amor dolía y que quien te quisiera, te haría sufrir.
Teníamos culpa por amar y ser amados, pensando que no merecíamos el amor. También había culpa en el comer, un acto naturalmente necesario, porque podemos no enamorarnos, ¡pero todos tenemos que comer! Ahí también sentíamos culpa y nos impedía alimentarnos en paz, reteniendo esa culpa en forma de sobre peso o malestares. Respirar es otro acto natural y fíjate ¿cómo respiramos? Si le ponemos aire a un globo, se infla y si le sacamos el aire, se desinfla, ¿cierto? Ahora respira y date cuenta ¿cómo lo haces? Al inhalar metes el estómago y al exhalar lo sacas. ¿No tendría que ser al revés? Y sabes ¿por qué invertimos la respiración? Para no sentir, respirar es igual a sentir y preferimos no respirar, ¡para no sentir! Ve cómo los niños pequeños respiran perfecto, no importa que tan delgados sean, tienen su pancita al respirar. También nos enseñaron a sentir culpa por tener, oímos gente decir, «pobre, pero honrado», «aquí en tu humilde casa”, “trabajando como negro, para vivir como blanco». Haciéndonos creer que el tener, es muy difícil y que hace a las personas malas o que solamente puedes tener transando. ¡Qué locura! Ya ni hablar del placer que puede llegar a sentir tu cuerpo, ahí también nos regalaron culpa, haciéndonos creer que el cuerpo era algo sucio y pecaminoso. El caso es que ante un gran regalo que es nuestra vida, una oportunidad de hacer, tener o ser lo que nosotros queramos, nos cambiaron la historia por sufrimiento y culpa, haciéndonos creer que a través del sufrimiento nos íbamos a redimir y nada más lejos de la verdad. Si tienes hijos o los tuvieras, ¿Qué querrías para ellos? Lo mejor, que sean felices dirías, igual nuestro creador quiere lo mejor para nosotros, que seamos felices. Es por esto que te invito a salir de la apariencia y empezar a disfrutar desde el detalle más pequeño, aprender a poner nuestra atención en lo bueno, pensar bien de ti y de los demás, hablar bien, de cosas buenas que te gustan y agradecer lo que tenemos, verás cómo sí se puede cambiar del sufrimiento al gozo y seguir creciendo. En el sufrimiento, lo único que podríamos aprender, es que ¡no nos gusta! Nuestro estado natural es hacia el amor, la paz , la belleza, etc. Ser feliz o estar en paz no quiere decir que somos irresponsables, al contrario, quiere decir que somos agradecidos y conscientes de quiénes somos y a qué hemos venido.
Bendiciones Martha