Antier me preguntaba alguien que quiero mucho y con el que –además– hace ya algunos ayeres tuve mis ondas… «¿En serio así te sentías?» Lo mejor fue la cara con la que vino acompañada esa pregunta, que en realidad fue su respuesta a mí… «Cuando nos conocimos, no me sentía valiosa ni suficiente para que alguien quisiera estar conmigo, en serio… no sólo pasar el rato.»
Y es que ¡es verdad! A veces se me hace tan lejana esa sensación, porque hoy me vivo distinta y me siento mucho más valiosa que hace algunos ayeres o incluso que hace unos meses… pero es real, en muchas ocasiones a lo largo de mi vida me he sentido así. Es una sensación conocida para mí. No sé si la ubicas, pero es esta vocecita que te dice: “El/ella nunca saldría contigo en serio, sólo le gustas para coger” ó “Obvio ese/esa nunca se fijaría en mí” ó “Sólo le caigo bien, nunca andaría con alguien como yo”, etc.
En mi experiencia, mucha gente se siente así. Es más, tenemos toda esta famosa “teoría de las ligas” que –de hecho- viene desde este mismo lugar. Si no sabes de que esto hablando, son todas estas reglas sociales “no dichas” que te muestran y te dejan claro cuál es tu lugar en el mundo del ligue, en este caso. Es decir, alguien muy guapo, nunca saldría con una mujer fea –a menos que, por ejemplo, tenga mucho dinero-… ¿ya las ubicaste? Según yo, estas reglas vienen desde el peor lugar… la bonita mezcla de nuestra baja autoestima, con miedo a no saber cómo relacionarme con alguien diferente a mí y el más puro clasismo social –cortesía de nuestra ignorancia-.
En realidad, se trata de creérnosla, de jugar el juego de sentirnos valiosos; de ver nuestro impacto en el mundo –para bien y para mal-. La trampa está en que creemos que no pasa nada si no lo vemos, creemos que si no nos movemos, si no actuamos, si nos quitamos de la ecuación no pasa nada. Nada más alejado de la realidad. ¡Por supuesto que pasa! Cada uno de nosotros tenemos un impacto en el mundo, empezando por el nuestro, el particular, ese que llamamos nuestro. El problema con no hacernos cargo de esto es que… si no estamos dando, estamos quitando.
A veces, lo que nos hace falta para tener esa pareja que tanto anhelamos o de menos estar disponibles para cuando toque la puerta, es ver nuestra valía. Si soy valiosa, puedo pedir, puedo dar, me puedo mostrar, incluso disfrutar de lo lindo que hay entre nosotros… del impacto que tengo en ti.
Esta semana, te invito a jugar el juego. Observa cuál es tu impacto, qué pasa si pides, qué pasa si no lo haces. Qué cambia si te muestras con tus amigos, con tu pareja, con tu familia. Sobretodo, qué ocurre cuando te atreves a ver por ti y a hacerte cargo de tus necesidades –cualquiera que estas sean-.
Inténtalo y hazme saber qué tal te va, me encantará saber el resultado del experimento. ¡Linda semana!