¿De dónde provienen las profecías?

Georgette Rivera

Si alguna vez has sentido la curiosidad de saber de dónde provienen las profecías, podemos referirnos al Diccionario de la Real Academia Española que las define como un «don sobrenatural que consiste en conocer por inspiración divina las cosas distantes o futuras». Diferenciando sobre lo que sería una predicción, el mismo glosario indica que predecir significa «anunciar por revelacion, ciencia o conjetura algo que va a suceder», por lo que la predicción supone un proceso lógico racional, o un juicio que se puede considerar subjetivo, basado en indicios u observaciones. La profecía en cambio, obedece a un don sobrenatural inspirado por Dios, por lo que se le ubica en el ámbito de la fe sin ligarla a un razonamiento; se dice que se puede formar por señales, lo que la sitúa entonces en una afirmación clarividente sobre el futuro, a veces considerada como un viaje no físico a través del tiempo. En otro concepto la profecía puede tener como marco  la parasicología o las artes adivinatorias, como es el caso de las Centurias de Nostradamus.

Georgette Rivera

Las doctrinas de la antigüedad nos hablan de hombres «inspirados» que hacían referencia a hablar en el nombre de su dios. En la grandes religiones como el judaísmo, el cristianismo y en el islam, sus seguidores hoy día afirman que los presagios de sus libros sagrados se han cumplido.  La profecía entonces se considera un mensaje inspirado por Dios, una revelación divina. La Biblia dice que los profetas “hablaron de parte de Dios al ser llevados por el Espíritu Santo” (2 Pedro, 1, 20-21); así que un profeta es alguien que recibe un mensaje de Dios y lo transmite a otras personas (Hechos 3,18).  En Israel, por ejemplo, los profetas eran considerados como hombres llamados por Dios; eran hombres de palabra que no se dedicaban a «adivinar», sino que interpretaban la historia desde la perspectiva de Dios y así se lo hacían saber al pueblo, gobernantes y sacerdotes para llevarlos por la senda del arrepentimiento y el amor. Eran  profundamente religiosos.

Es importante señalar que intercedían por su pueblo delante de Dios, por lo que una de las tres partes de la Biblia hebrea es llamada nebi’im que significa profetas. La Biblia pone a Moisés a la cabeza del linaje de los profetas, pues conoció a Dios cara a cara; otros grandes elegidos son: Elías, Eliseo, Isaías, Jeremías, Ezequiel, Amós, Oseas, Miqueas, Sofonías, Nahúm, Habacuc, Ageo, Zacarías, Malaquías, Abdías, Joel, etc.

Como señala posteriormente San Pablo en su primera carta a los Corintios: El que profetiza habla a los hombres para edificarlos, exhortarlos y reconfortarlos… El que profetiza edifica a la comunidad. (I Corintios 14: 3-4).

Los cristianos tienen un ejemplo extraordinario en la llamada profecía de María: Ain-Karim, una pequeña ciudad situada a escasos siete kilómetros al oeste de Jerusalén en la montaña de Judea, fue escenario de este vaticinio en los albores mismos de la era cristiana. Allí vivía Isabel con su esposo Zacarías, cuando su prima María fue a visitarla, luego del saludo inicial, realiza un cántico de alabanza a Dios: el Magnificat; en el momento culminante María profetiza:

“Todas las generaciones me llamarán bienaventurada”. (Lucas 1, 48)

El cumplimiento de la profecía de María, madre de Jesús, resulta evidente y constante para los cristianos después de tantos siglos; la profecía se convierte así en una posibilidad de futuro a la vista de la realidad presente, desde la experiencia de Dios de quien la emite.

Que tengas una bendecida semana.

Georgette Rivera 

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