Ya comentamos que el duelo es una respuesta altamente personal a las pérdidas en la vida. Lo que vamos sintiendo o experimentando a través del duelo son las respuestas ante este cúmulo de sentimientos, reacciones, conductas. Cuando estamos en duelo los sentimientos y conductas más presentes son la impotencia, el temor, la cólera y la culpa. También de tiempo en tiempo suelen presentarse el shock, la negación, la incredulidad, la tristeza, el pánico, la apatía, la falta de apetito, el comer en exceso, el insomnio, las pesadillas y la lista puede seguir.
Una de las respuestas más frecuentes en el paciente en duelo es “me estoy volviendo loco”, mientas tanto en el exterior, están actuando ciertas reglas definidas pero no escritas. Estas reglas provienen de los amigos, familia, lugar de trabajo, cultura y religión como por ejemplo:
Ya no llores, déjalo descansar, no llores no muestres tus emociones, no confíes, no pienses por ti mismo. Cuando estamos en duelo podemos sentirnos impotentes ante la pérdida. Este sentimiento se puede extender a todo y podemos volvernos vulnerables y quedar abiertos a otros que nos dicen lo que es bueno y correcto para nosotros, en lugar de confiar en nuestro propio conocimiento e instintos.
No cambies, Esta es la regla más peligrosa, el cambio es una amenaza para aquellos que nos rodean, porque si podemos cambiar, entonces ellos tendrán que cambiar. Pero si no cambiamos no crecemos, y si no crecemos, morimos lenta pero seguramente.
Por lo tanto, hay una presión que en lugar de ayudarnos a trabajar nuestro duelo para una pronta recuperación o sanación, sentimos que enloquecemos, porque no confiamos en nosotros en nuestras fortalezas como individuos de que el Duelo es un proceso natural y no debe verse o sentirse como una enfermedad.
De un duelo nadie se muere, pero va a depender mucho de cada persona, de sus creencias, de sus limitaciones, de su carácter.
¿Qué debemos hacer para ir trabajando y fortaleciéndonos ante nuestro duelo?
Uno de estos pasos es:
Hablar: Tenemos que hablar de nuestra relación con la persona muerta. Debemos revisar, reflexionar y recordar muestra vida con el ser amado, debemos hablar desde la enfermedad, la muerte y el funeral de la persona que partió, tenemos que liberarnos de un aislamiento por miedo a herir o hacernos los fuertes.
Sentir: Es de suma importancia expresar nuestros sentimientos, llorar si es posible, los sentimientos no expresados nunca van a desaparecer, al contrario, causarán tarde o temprano estragos en tu cuerpo, causándote alguna enfermedad.
Pensar: Pensar por ti mismo, no permitir que los demás te digan que hacer en este proceso, no llores, te vas a enfermar, déjalo descansar, el o ella está mejor a donde se fue, así tenía que ser. Lo primero que tienes que hacer es buscar ayuda, ya sea con un tanatólogo o un grugo de duelo nos va a ayudar a entender que es lo más normal, que no estamos enfermos, esto nos permitirá aprender a reorientar nuestros pensamientos , a sentir nuestras emociones inteligentemente y a empezar a poner acción en nuestras vidas, encontrándole sentido a la vida.
Cambio y crecimiento: Todo el tiempo tenemos a elección de elegir si nos queremos rendir ante el sufrimiento o tomar una actitud positiva ante la vida, ante una pérdida tenemos la oportunidad de crecer (crisis en chino significa : CRECER), así es que aprendamos de todas nuestras crisis y aprendamos a crecer y a madurar, recuerda que: “EL DOLOR ES INEVITABLE, PERO EL SUFRIMIENTO ES OPCIONAL”.
Yovana Barón
TANATOLOGA