Su pezón estaba erecto, expectante. Él, lo rodeaba con la punta de la lengua, succionando por momentos, deleitándose en el. La besaba una y otra vez, recorría su cuerpo con el suyo, esperando el momento perfecto para bajar a su lugar favorito.
Ahí estaba ella, tumbada boca arriba, con las piernas abiertas, temblorosa. Tenía la cabeza girada hacia la izquierda, esquivando su mirada… pero no podía negarle ese placer, el placer de verla, de admirarla sólo para él. Si ella no disfrutaba de su cuerpo, cuando menos –pensaba- que alguien más lo haga.
Él estaba sentado frente a ese espectáculo, con la cabeza metida entre sus piernas… admirando cada pliegue, cada recoveco; aspirando su olor, el perfume particular de esa mujer, la mujer que amaba y que nunca sería suya. No por decisión propia, sino por miedo a arruinar la magia que existía entre ambos. Respiraba profundo y guardaba ese olor sólo para él, era como si tomara fotografías instantáneas, no podía dejar de ver y admirar semejante belleza, estaba convencido que jamás encontraría un altar a la feminidad igual a este y por eso debía conservarlo en su memoria para siempre, intacto, perfecto.
Este es un relato erótico que escribí hace algunos años… ¿Alguna vez te has animado a dejar volar la imaginación y darte permiso de expresar con palabras aquello que imaginas? A veces, le dejo a mis pacientes que lo hagan ¡te sorprenderías de la cantidad de información que te puede dar acerca de ti!
Haz un ejercicio de escritura fantasiosa y observa:
- ¿Qué tan fácil fue decirte a escribir?
- ¿Te dejaste ir o editabas todo lo que salía de tu imaginación?
- ¿Pensaste en alguien en específico o simplemente describiste la fantasía que venia a tu mente?
- ¿Te atoraste en algún punto? ¿En cuál?
- Ya que la terminaste, ¿se la mostrarías a alguien o sientes que es sólo para ti?
No importa si te costó mucho o poco esfuerzo, la idea es que puedas ir reconociendo tus gustos, tus fantasías, tus estímulos sexuales particulares –esos que puede que sólo funcionen contigo y con nadie más– No hay nada de malo en eso, pero estaría chido que pudieras conocerte mejor, eso también puede ayudarte a explorar desde otro ángulo tu sexualidad. A veces, lo único que hace falta es un empujoncito, para conocer y/o descubrir la E.L. James ó el Marqués de Sade que llevas dentro.