Es muy curioso, pero desde que empecé a impartir cursos, conferencias y a dar asesorías en el 2011, durante mis intervenciones muchas personas me han preguntado por el carisma.
-¿Se nace con él o se aprende?
-¿Qué vuelve a una persona carismática?
-¿Por qué unos son carismáticos y otros más bien de sangre pesada?
-¿El que es carismático lo es siempre y el que no, no lo es nunca?
Para muchos, el carisma resulta más misterioso que la sonrisa de la Monalisa, el monstruo del lago Ness, el Triángulo de las Bermudas, la tumba de Tutankamon y la tilma de la Virgen de Guadalupe, juntos. Y lo entiendo. Para mí también lo era al principio. Yo creía que era algo que se tenía o no se tenía, como dicen por ahí: “hay quien nace con estrella y hay quien nace estrellado”. ¡Pero para mi sorpresa, no es así! Todos tenemos al menos un tipo de carisma que solamente debemos identificar, revelar y exprimir al máximo. Por eso, desde entonces me puse a investigar al respecto y, después de documentarme ampliamente y probar mis investigaciones con mis víctimas… eh… ehem… perdón, alumnos y clientes; puedo decir que, aunque lo que podríamos hablar sobre el tema nos da para todo un libro/curso (ya lo haré, lo prometo), resulta útil y por demás interesante, empezar por identificar los 4 tipos de carisma que sugieren numerosos autores, entre ellos Olivia Fox en su libro: El Mito del Carisma. A continuación, chatitos y chatitas, un híbrido entre lo que ella plantea, lo que yo he corroborado con la experiencia y, lo que otros locos y apasionados especialistas como mi querido y admirado Owen Fitzpatrick, se han atrevido a afirmar.
Primero lo primero, ¿qué es el carisma y qué no es?
-No es magia, son una serie de comportamientos que combinados crean un efecto que parece mágico. Acabamos diciendo: ¡esa persona tiene buena vibra!, ¡hicimos buena química!, ¡creo en ella y en su proyecto/misión!, ¡quiero seguirla!
-Es una especie de magnetismo personal que nos hace voltear a ver a esa persona en cuanto entra al cuarto transmitiendo una poderosa presencia, nos hace querer platicar con ella y estar lo más pegaditos posible porque… pues porque tiene ese no sé qué que qué se yo. Nos sentimos cómodos en su presencia, nos hace sentir bien.
-No necesariamente implica ser extrovertido, extravagante, amiguero, abierto y sociable. Checa nada más…
Tipos de carisma:
Carisma de focalización: Se basa en una percepción del presente y transmisión de confianza. Son esas personas que nos dan la sensación de estar completamente presentes, atentos al momento. Reaccionan rápido, toman decisiones veloces y asertivas, son comedidos y corteses, te escuchan con atención y absorben lo que dices. Lo demuestran a través de su lenguaje verbal y no verbal (especialmente los ojos). Podríamos decir, que “están avispados”. Se ven (al menos parecen) personas inteligentes. Hace que nos sintamos escuchados y comprendidos. Bill Gates es un ejemplo de carisma de focalización.
Útil para lograr que los demás se abran y compartan información, para proyectar audacia.
Si este es tu tipo de carisma ten cuidado de:
- No utilizarlo cuando quieras transmitir autoridad
- No parecer ansioso, nervioso, controlador o servil. Combínalo con seguridad personal, calidez y cordialidad.
- No prestar una atención demasiado intensa que parezca interrogatorio.
Carisma de visión: Se basa en una fuerte convicción, confianza y autoconfianza. Son aquellos que nos dan la sensación de que podemos creer en ellos y asumir sus sueños como si fueran propios. Nos ofrecen algo a lo cual aferrarnos para sentirnos seguros, en un mundo de cambios e incertidumbre. Lo demuestran a través de su mensaje y lo inspirados que parecen al comunicarlo, entran en un estado de total convicción. La apariencia o imagen personal importan poco.
Útil para inspirar y mover a la acción a una persona o un público. Para fomentar la creatividad en nuestro equipo.
Ten cuidado de:
- No vender sólo tus propios beneficios
- Ve más allá de lo evidente y ordinario. Steve Jobs, quien poseía este carisma, no vendía ordenadores sino la promesa de un mundo mejor.
- Cuida la forma y fondo de tu mensaje. Toma un curso de oratoria para potenciar estas cualidades.
- Cuida no promover el fanatismo. De nada sirve un equipo que ha perdido toda perspectiva y coherencia. Pueden acabar tomando malas decisiones.