Ya llevo veinte días medio encerrada. Me quedo en casa todo el día y en las tardes salgo a caminar un rato al aire libre. Una vez a la semana me pongo un cubreboca y guantes para ir al supermercado y cuando vuelvo me lavo bien las manos y desinfecto todo.
Este tiempo ha sido bastante difícil para mí porque estaba acostumbrada a andar saliendo y viajando todo el tiempo. En marzo hay muchos contratos para dar conferencias porque es el mes de la mujer. Di algunas conferencias, pero a partir del 14 de marzo se cancelaron todas las que seguían.
Muchos teníamos muchos planes, muchos proyectos para estos meses y de pronto apareció este virus que nos puso en pausa a todos. Puso en pausa nuestras actividades, esas que dábamos por hecho, esas que siempre podíamos hacer, como ir a visitar a una amiga, ir a comer o cenar a algún restaurante, ir al cine, al gimnasio, a un concierto, llevar a tus hijos a la escuela, visitar a tus papás, o a los abuelos. Todo eso se puso en pausa, toda esa libertad desapareció por un tiempo. No sabemos cuánto tiempo, pero ya hemos empezado a extrañar esas simples cosas que hacíamos libremente y hoy no podemos hacer.
En estos días difíciles tenemos dos opciones:
Lamentarnos por lo que está sucediendo
Y sentarnos a esperar a que pase mientras nos vamos deprimiendo cada día viendo las noticias y videos de lo que está sucediendo en todo el mundo, llenarnos de miedo, tristeza y desilusión y vivir este tiempo como víctimas.
Transformarnos con lo que está sucediendo
Aprender de este tiempo difícil. Crear un estilo de vida saludable a pesar del encierro. Enfocarnos en lo que sí podemos hacer, como trabajar en nuestra relación con nosotros mismos. Echarnos un clavado a nuestro interior y ver qué es lo que necesitamos sanar, qué es lo que necesitamos desprogramar, para empezar a convertirnos en nuestra mejor compañía. Los que estamos encerrados con la familia, podemos trabajar también en mejorar la comunicación con cada uno de los miembros de la familia. Muchas veces no lo hacemos por la rapidez de la vida, porque no tenemos tiempo, pero ahora todo está en pausa y es buen momento para hacerlo. Sí se puede sentir el miedo, pero sólo para ver cómo nos vamos a cuidar. También podemos sentir la tristeza, pero no permitir que se quede estancada en nuestro interior.
Muchos seremos diferentes después de la tormenta. Algunos saldremos más agradecidos por las simples cosas que antes dábamos por hecho y algunos saldremos resentidos.
La decisión está en cada uno de nosotros.
Denise Ramos Murrieta
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