Estamos viviendo una experiencia que la mayoría jamás imaginábamos que íbamos a vivir. Una experiencia donde tenemos miedos y angustias. Tenemos miedo respecto a nuestra salud, la salud de nuestros seres queridos, la economía, nuestros trabajos. Hay mucha frustración porque estamos ante un fenómeno que escapa de nuestro control. No sabemos cuándo nos vamos a poder volver a abrazar, besar, reunir. No sabemos cuándo vamos a poder ir a comer a un restaurante, al cine, a un concierto, a cualquier lugar tranquilos, sin preocuparnos por evitar tocarnos la cara y por estar a dos metros de las personas a nuestro alrededor.
Muchas personas me han dicho que han tenido sueños extraños. Diferentes. No sé si realmente sean diferentes o si ahora hemos estado más conscientes de lo que soñamos.
Tenemos días que despertamos bien, con una energía positiva, con esperanza, con una buena actitud. También tenemos días difíciles, dónde no tenemos ganas de hacer nada, queremos comer todo el día, nos dan ganas de llorar, vemos noticias y nos pega el dolor de lo que está sucediendo a nuestro alrededor.
Estos meses se producirán muchos cambios. Cambios internos y cambios externos. Algunas parejas se van separar porque descubrirán que no tienen mucho en común o porque descubrirán que estando juntos se lastiman y otras parejas que se van a unir y reencontrar.
La mayoría ya llevamos un mes encerrados saliendo solamente por comida y de regreso. Estamos en casa para salvar vidas, sin embrago para nuestra mente acostumbrada a la libertad, esta es una situación bastante difícil de enfrentar. Tenemos que elegir si esto que estamos viviendo lo vamos a ver como una tragedia o lo vamos a ver como una oportunidad. ¿Vamos cultivar sentimientos de amor, esperanza, solidaridad o vamos a quedarnos estancados en el miedo, la ira la desesperanza?
Cada quién podemos elegir si salimos de esto fortalecidos o derrotados.
Tenemos la oportunidad de desacelerar y voltear a mirarnos, a reconocernos, a cuestionarnos muchas cosas. Por ejemplo, podemos preguntarnos si lo que estábamos haciendo antes de la pandemia, ¿nos hacía felices? ¿nos daba paz? ¿nos llenaba?
Quizá muchas personas cambiarán. Cambiarán de trabajo, cambiarán su rutina, modificarán algunos hábitos. Tal vez las personas serán más conscientes de lo vulnerables que somos. La prioridades cambiarán. Muchas personas descubrirán que lo que verdaderamente importa son las conexiones humanas. Son los vínculos con las personas que amamos.
Muchos abriremos el armario y nos daremos cuenta de que de nada sirve tener los estantes llenos de zapatos y decenas de vestidos si no podemos salir a bailar con ellos puestos. Le daremos menos valor a las cosas, y más valor a las personas.
Yo espero que cuando esto termine nos encuentre distintos, mejores, más humanos, más solidarios, más valientes, y con muchos menos prejuicios.
Denise Ramos Murrieta
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