Hubo una época en la que se te entrenó, más bien, se te adiestró, a decir que no.
No a los desconocidos, no a las cosas diferentes, no a lo que te daba miedo, no a lo que las instituciones establecidas (ya sabemos de cuales estoy hablando) te instruyeron que era “malo”, y algunas de esas enseñanzas fueron buenas ideas… en su momento. (Entra another brick in the wall de Pink Floyd).
En su momento.
Este es otro momento.
Mamá dijo: “No hables con desconocidos.” Buena idea a tus 6 años de edad en el parque. Mala idea tus 26 años de edad en una fiesta, reunión, networking, trabajo, redes sociales, escuela, etc.
(por eso eres o fuiste #foreveralone tanto tiempo)
La maestra de español me dijo que yo no llegaría a ningún lado por que tenía un piercing en la oreja. Ahora tengo un libro bestseller, y tengo mas piercings todavía. (Tómala, en tu cara)
Así podría yo continuar con 21 ejemplos más, pero no tengo espacio en la columna, así que mejor cambiemos el paradigma, ¿Qué tal si ahora, en lugar de decir que no a las cosas que te dan miedo, dices que sí? ¡Ay carambas!
¿En serio Leopi? y… ¿cómo? Ahí te voy, respira profundo, recuerda una buena sensación, sonríe y haz lo siguiente.
Esta semana:
Di que sí a algo que te hayan invitado y que te haya dado miedo o pereza hacer (que sea seguro y con cuidado obvio).
Di que sí a conocer a alguien nuevo en redes o en la calle (también con cuidado).
Intenta un deporte o actividad nueva.
Di sí a ese negocio que llevabas pensando hacer no se cuántos meses (pide asesoría a alguien que se dedique a negocios).
Haz networking.
Mejora tus redes sociales (hay tutoriales).
Di sí a un cambio de look (con un profesional).
Di sí a perdonar a alguien (aunque te cueste uno y medio).
Di sí a hablar con alguien con quien no has hablado en años.
Di sí y me cuentas que pasó.
Di que sí.
Leopi
😀