¿Lo recuerdas? Saber que jugar era tu prioridad en la vida y que tus preocupaciones eran que el tiempo se había acabado para seguir haciéndolo, reír de cosas simples, ensuciarte y que no pasará nada, detenerte y admirar un pajarito o correr para que muchas palomas salieran volando, tus problemas más graves eran tenerte que comer esa sopa de verduras que te habían preparado, o quizá ese examen de matemáticas en el que no te había ido nada bien, pero generalmente sabías que esos problemas por muy grandes que te parecieran se podían resolver o te ayudarían a resolverlos.
Todos sabemos lo maravilloso que es ser niños, ¿porque entonces nos empeñamos a que crezcan tan rápido?
Queremos que se vistan como adultos, la ropa de niñas no es ya tan de niñas, buscan que se vean “sexys” y “coquetas” ¿Para que? ¿con que fin? Si cuando eres niño todo te queda muy bonito, buscamos que se maquillen desde pequeñas y no solo como parte de jugar a ser grandes e imitar a mamá, si no para salir a la calle con peinados de adulto y llenas de maquillaje como algo cotidiano no como un juego, queremos que los niños tengan la responsabilidad de traer ropa costosa que si ensucian reciben un regaño por no cuidarla, Les damos la responsabilidad de un aparato caro como (teléfono, ipad, Nintendo etc..) en el cual se enfrascan por horas, los dejamos ver programas de televisión que tienen situaciones que no son aptas para niños (violencia, sangre, palabras duras), de repente están en conversaciones familiares que quizá no comprenden del todo y les generan angustia, buscamos que vayan por encima de su edad que jueguen juegos de edades mayores para poder decir “mi hijo juega eso, o lee tal libro aunque sea para más grandes porque es muy listo”; ¿por qué? ¿por qué queremos que crezcan tan rápido? ¿por qué queremos que se pierdan esa maravillosa etapa de la vida? Esa etapa que además dura muy poco y cuando termina en un abrir y cerrar de ojos nos preguntamos ¿En que momento creció tan rápido?
A veces como padres quedamos exhaustos porque nuestros hijos tienen mucha energía y no paran y quieren siempre más, seguir jugando y sobre todo si ese juego te incluye a ti, y tú ya estás agotado, pero es parte de ser niños querer que el día no se acabe para tener más horas para jugar, la noche les parece aburrida y muchas veces pelean por no ir a dormir, pero es parte también de disfrutar la vida, es muy cansado como adultos pero para ellos cada minuto es descubrir el mundo y aprender algo nuevo.
¡Ser niño es lo máximo! No solo es nuestra obligación como padres y derecho de los niños el gozar está etapa al máximo, ya tenemos suficiente con toda la estimulación que reciben constantemente de afuera, procura que juegue, que juegue mucho, que se rían de cosas simples, que repita una película una y mil veces hasta que tú y él se sepan los diálogos de memoria, que disfrute de las flores, que quiera brincar en los charcos, que trepe a las resbaladillas y te grite para que lo voltees a ver en la cima, que pregunte el porque de las cosas, que lea cuentos, que imagine, que coloree, que se disfrace, que te bese, que te abrace y que como niño quiera encontrar respuestas fáciles hasta esos problemas más difíciles: que sea niño, estos años duran muy poco, hoy los niños entran en la pubertad cada día más jóvenes por tanto estímulo que tienen, si ellos disfrutan de su infancia tú también te contagiaras de ella. Aprovecha tienes el pretexto perfecto para hacer cosas que ya no hacías porque creciste, pero tienes un hijo que te deja disfrutarlo.
Pedagoga Alicia Rábago
Maestría en Ciencias de la Orientación Familiar, Master en Psicología Infantil, en Inteligencia Emocional y Coaching Educativo
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