Con todo lo sucedido desde el sismo del 19 de septiembre, la mayoría de mis pacientes han llegado con un tema en común… culpa.
Sí, por diferentes razones, pero al final se resume en la misma sensación… culpa. Culpa por “haberme paralizado”, culpa por “no haber hecho suficiente”, culpa porque “yo estoy bien” y mucha gente no, culpa, culpa, culpa.
Mis pacientes me preguntaban ¿cuándo voy a poder disfrutar mi vida otra vez? La respuesta es muy sencilla… en el momento en el que estés dispuesto(a) a vivir tu culpa. Dado todo lo acontecido, es perfectamente natural que muchos de nosotros nos sintamos culpables, pero lo que te quiero decir hoy, es que esto no está peleado con el disfrute. Lo real es que tenemos la capacidad de manejar ambas sensaciones, al mismo tiempo.
Sentir empatía y por lo tanto, sentirnos tristes y dolidos por todo lo ocurrido, es humano; como también lo es, agradecer y reconocer que estamos vivos y que hay muchas cosas de nuestro día a día que bien valdría la pena disfrutar. Por ejemplo, hay gente que todavía no se atreve a retomar su vida sexual o regresar al tinder porque “todavía no es tiempo”, porque seguimos de luto y no es políticamente correcto. Si esto es porque tú todavía no te sientes listo(a) para reiniciar tu vida en pareja y/o disfrutar de tu vida sexual, está bien… pero si es porque crees que “no está bien”, mejor échale otro vistazo, date permiso de observar qué sientes, probablemente te sientas culpable. Si es así, el truco está en vivir la culpa, notar que está ahí, pero no hacerla tuya; una cosa es me siento culpable y otra muy distinta es soy culpable.
En general, el disfrute –muchas veces- viene acompañado de culpa… es por esto que muchas mujeres –en ocasiones- no alcanzan el tan anhelado orgasmo o por lo cual –hombres y mujeres- no disfrutan del sexo en ninguna de sus presentaciones. ¿Mi recomendación? Como siempre, antes que todo y que nada, observar qué estás sintiendo, en qué momentos llega con más fuerza, qué tanto tú alimentas la sensación dándole de comer día y noche a lo mismo, etc.
Disfrutar va de la mano de estar presentes, aquí y ahora. Es estar en lo que estamos, viviendo el momento presente… no lo que pasó hace 15 días ni lo que creo que va a ocurrir después de X experiencia. Por lo tanto, si –por ejemplo- estás a punto de tener un encuentro sexual y te cachas pensando que pudiste haber muerto o que podría temblar en cualquier momento o qué pensarían tus papás si te estuvieran viendo… para. Sí, detente, respira profundo y regresa al aquí y al ahora. El mismo mecanismo que usas para irte, es el que te puede traer de vuelta; observa que no está sucediendo nada, que –de hecho- estás con alguien que te gusta, a punto de pasártela de lo lindo, que este momento, todo está bien. Regresa a las sensaciones corporales que sí están ocurriendo en este momento, observa tu cuerpo, ve a tu pareja a los ojos, regresa.
La culpa no es nuestra enemiga, no necesitamos pelearnos con ella, ni intentar quitárnosla; está ahí para algo, para recordarnos que el otro nos importa, así que trata de no resistirte… mejor, con todo y culpa, se vale disfrutar que estamos vivos y que tenemos una vida que merece ser vivida, en el ideal de los casos, como mejor nos parezca a cada uno de nosotros.