La vida después de los 50-60 años es, en sí misma, “otro país”.
Gloria Steinem
Existe más de una forma de discriminación y el edadismo es una de ellas. Siguiendo a Ana Freixas en el libro “Los Cambios en la Vida de las Mujeres” entendemos por edadismo al prejuicio cultural hacia las personas mayores por el simple hecho de serlo. Incluye conductas, sentimientos y actitudes de rechazo o desagrado hacia quienes no están en “la flor de la vida”.
Todas las formas de discriminación –sexismo, racismo, clasismo, edadismo, solterismo– incluyen distinciones, restricciones, exclusiones, por acción u omisión, que obstaculizan, restringen, impiden, menoscaban o anulan el goce o ejercicio de los derechos humanos o libertades individuales. Debilitan el “yo” y sitúan a los afectados en una posición inferior en las relaciones de poder.
El edadismo incluye prejuicios acerca de envejecer: todo es pérdida, fealdad, enfermedad y deterioro. El imaginario juvenilista no hace espacio al cuerpo y a la vida de las personas mayores.
A través de expresiones del edadismo como: “estás muy bien para tu edad” o “mi madre no es la típica mujer mayor”, hay una sutil desvalorización porque lo que se espera a esta edad es que las personas estén hechas un horror. Esto genera por un lado, a quienes han sobrepasado los 50, la negación y rechazo del propio envejecimiento, y por el otro, entre los más jóvenes, el desprecio a las personas mayores como grupo del que tratamos de distanciarnos.
Diferencias de género: es igual pero no es lo mismo.
En la cultura occidental no es lo mismo envejecer siendo hombre que siendo mujer: mientras los hombres maduran, las mujeres envejecen. Las mujeres “alcanzan” la mediana edad y la vejez a una edad cronológica más joven que los hombres, que son quienes tienen un margen mayor de “juventud social” (casi veinte años más).
Para ellos existe toda la indulgencia posible en cuanto a la edad, la belleza, la posibilidad de encontrar una pareja afectiva y sexual; para ellas hay menos posibilidades de situarse y estar libremente en el mundo y de ser consideradas atractivas y sexualmente elegibles.
¿Qué hacer?
Antaño, la vida era mucho más corta. En promedio, vivimos un tercio más que nuestros abuelos. Pero… ¿cómo dar significado a estos años “extra”?
- Nombrando y visibilizando el edadismo como discriminación: la vida es un ciclo que va más allá de toda forma de discriminación, entre ellas el edadismo.
- Creando nuevos mapas mentales ajustados entre lo que la realidad ofrece y las creencias culturales que atrapan: identificando por tanto cuáles son las creencias limitantes para luego cambiarlas.
- Aceptando y enfrentando la crisis de identidad que surgirá ante tantos cambios (relaciones, finanzas, profesión, cuerpo, roles y deberes).
Envejecer bien
La satisfacción a lo largo de la vida correlaciona con haber logrado ciertos resultados, ganado madurez, experiencia, sentido de competencia, confianza en uno mismo, y cierta certeza de los recursos y posibilidades personales.
¿Qué caracteriza a la gente mayor realizada?
Hay un par de elementos claves que reflejan la realización personal en la vida de las personas mayores:
1.- Profundos sentimientos de bienestar y satisfacción: no hay cuentas pendientes ni reclamos a la vida o a alguien en particular. Su experiencia de vida les da la confianza personal para tener clara una postura definida ante la vida misma que le de un profundo significado.
2.- “No estoy cada vez mejor, pero tampoco “cada vez peor”: se comprende el ciclo de vida y en esta etapa se le da lugar a aquello que te interesa y desarrolla personalmente. Desde convivir con personas con las que tienes relaciones de antaño hasta practicar hobbies.
El envejecimiento es un proceso de “llegar a ser”. Un hacerse, no un destruirse.
Entre la idea de deterioro y la de progreso existe el proceso de asimilar e integrar el cambio.
¡Bienvenido cada cumpleaños!
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