¿De dónde venimos? ¿Por qué o para qué fuimos creados?
Sin duda alguna, siendo siempre la respuesta, el Amor.
Somos creados por un poder superior, a imagen y semejanza suya, por amor y para el amor. Nuestra única responsabilidad es ser felices y hacer una obra de arte con nuestro regalo de vida.
Los problemas vienen de la gran ilusión de creer estar separados de la fuente.
Nos sentimos olvidados de aquel poder que nos creo, sin recordar que somos perfectos como él. Esta sensación de división es lo que trae todo el sufrimiento y dolor a nuestras vidas.
Vivimos la sensación de que nos falta algo, de que estamos incompletos o que no somos de aquí.
Siempre estamos buscando la satisfacción para llenar este espacio afuera de nosotros en las relaciones, en la bebida, en las drogas, en el sexo, en el trabajo, esperando llenar ese vació, pero claro que no se llena, por que viene de adentro.
Todo esto sucede por la falsa idea de separación. Una creación no se puede separar de su creador, está implícito en ella.
Como quien dice nosotros y ese poder superior, compartimos el mismo código genético. Somos parte de él y por lo tanto no podemos distanciarnos.
Justamente de eso se trata el despertar de la conciencia, de despertar del sueño de separación, para reunirnos nuevamente con ese TODO. Todos somos parte del TODO, únicos, irrepetibles y muy amados.
Se trata de recordar y reconectarnos a la esencia y es a través del amor y el perdón que logramos hacerlo. Limpiando nuestras relaciones y aprendiendo a relacionarnos en amor y armonía.
Relacionarse es una manera de reaccionar, reaccionar es conocerse a uno mismo, conocerse a uno mismo, es alcanzar la iluminación.
De nada nos sirve estar en paz meditando en una montaña y cuando regreso y hago contacto con la gente perder esa paz.
Las relaciones son una escuela de la iluminación, me regalan la oportunidad de verme en un espejo de cuerpo completo, lo que veo en el otro es mío, lo que me gusta y lo que no tanto.
Por eso hay que aprender a ser bueno con uno, recordando que lo que veo afuera es mío y que amorosamente lo puedo ir cambiando.
Recuerda que son los pensamientos los que provocan las emociones, hay que sanar la mente y todo se da por añadidura.
La meditación, la oración, el silencio son caminos para abrir este canal y permitir que su gracia fluya sobre nosotros.
El sufrimiento viene de la idea de abandono y de que lo tenemos que hacer todo a través de nuestro esfuerzo, olvidándonos de pedir asistencia. Se nos ha dicho pide y se te dará, toca y se te abrirá, pero por esa falsa idea de no ser dignos y de estar separados no nos atrevemos a pedir lo que es nuestro por herencia.
Por el miedo escogemos inconscientemente vivir la falsa idea de la enfermedad, la tristeza, la carencia, etc. Cuando eso no es lo que el Universo quiere para nosotros, pero como no tiene juicio nos da lo que pedimos respetando nuestro libre albedrío.
Aquí te mando una oración para que empieces a trabajar el recuerdo de ti:
Padre despierta en mí. Padre hazme un vehículo de tu luz, de tu amor y de tu verdad. He aquí a tu hijo, hágase tu voluntad y no la mía. Padre despierta en mí.
Saludos.
Martha Sánchez Navarro.