Casi todo depende de perspectivas, y aunque hay cosas tan exactas como las matemáticas éstas pueden ser observadas desde un ángulo particular. Por ejemplo, para la primera quincena del año puedes tener varios pensamientos, como «hoy no me va a alcanzar» o «aprovecharé al máximo lo que tengo».
Hay una reflexión bastante popular que fue creada por el escritor, pensador y senador español Ramón de Campoamor y Campoosorio (1817-1901), la cuarteta completa del poeta dice: “En este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”. Para crear esta gran obra literaria Campoamor se inspiró en Jorge Manrique, William Sahkespeare y Pedro Calderón de la Barca.
La mayoría conocen las últimas palabras, una frase popular que dice: «todo depende del cristal con que se mira». De cualquier manera el significado lleva a la misma reflexión: Con qué perspectiva vez las cosas, los retos, las ideologías, la política, la religión, etc.
Hoy queremos referirnos al trabajo, queremos pedirte que entrenes tu mente para ver lo bueno que hay en cada cosa. Es cierto que todos los seres humanos estamos maniatados por la subjetividad, sin embargo hay algo maravilloso que se llama libre albedrío, tú tienes la libertad para elegir el color del cristal con que mirarás las cosas. Tus ideas y tus juicios están condicionados por tu propia y particular perspectiva y esa la puedes manipular a tu antojo. Tú decides disfrutar de tu trabajo o mirarlo como si fuera toda una carga.
En una ciudad de Grecia vivía un sabio famoso por tener la respuesta a todas las preguntas. Un día un adolescente lo observó y dedujo que podría engañarlo. El muchacho le dijo a un amigo que le presentaría un pájaro que sujetaría con la mano.
— Si dice que está vivo lo apretaré y cuando esté muerto lo dejaré caer al suelo, si dice que está muerto simplemente lo liberaré.
Fue así como el muchacho llegó hasta donde estaba el sabio y le hizo la pregunta, ante la presencia de un público interesado. el sabio miró al joven y le dijo:
— Muchacho, la respuesta está en tus manos
¿Lo ves? Qué tal si la próxima vez que tu jefe te pida un trabajo difícil simplemente piensas: «¡claro que puedo! Quizá no sea una tarea fácil, pero haré mi mejor esfuerzo». Tienes la libertad de elegir el cristal.