Es un jugador histórico que marcó la diferencia en el deporte de Estados Unidos, rompió las barreras raciales y abrió camino a todos los deportistas que independientemente de su raza comenzaron a medirse en las mejores ligas deportivas. Su nombre fue Jack Roosevelt Robinson, su abuelo fue un esclavo y su infancia estuvo marcada por la segregación racial que se vivió por mucho tiempo en Estados Unidos.
Los estadounidenses hoy honran al primer negro que jugó en la MLB, y cada 15 de abril se celebra su día, en el cual todos los jugadores, entrenadores y árbitros lucen su mítico número 42. Recientemente, cuando el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, visitó Cuba, introdujo la viuda del mítico numero 42 al Comandante Raul Castro antes del encuentro entre la selección de Cuba contra los Rayos de Tampa Bay en el Estadio Latinoamericano de La Habana.
Este fue Jackie Robinson
Tenía un bateo perfecto, mucha velocidad y una seguridad con el guante inigualable, pero había un inconveniente, era negro. Desde el año de 1892 los afroamericanos tenían prohibido jugar la Liga Profesional de Béisbol en los Estados Unidos. Brach Rickey, presidente del equipo y gerente general de los Dodgers, quería a Robinson en el equipo.
Rickey destacaba por ser un hombre religioso, y en su mente se había fijado el objetivo de romper la barrera racial, él inventó el sistema de la granja moderna y el casco de bateo, defendió la expansión en nuevos mercados y finalmente rompió la barrera del color cuando trajo a Jackie Robinson a los Dodgers de Brooklyn en 1947.
Rickey tenía muy claro que contratar a un afroamericano implicaba riesgos a la integridad del jugador. Antes de su primer partido, cuando Rickey le presentó a Robinson los riesgos, el jugador le preguntó: «¿Quiere un negro que no responda a los ataques?» Rickey le respondió después de una breve reflexión: «Quiero un jugador que tenga suficientes agallas como para no reaccionar ante los ataques». Robinson recibió insultos, amenazas de muerte, pelotazos de los lanzadores y algunas veces ataques de sus propios compañeros.
Jackie Robinson jugó su primer partido con los Dodgers el 15 de abril de 1947, esa fecha es muy recordada, pues fue el día en que el primer afroamericano jugó en las Grandes Ligas. El juego se celebró frente de más que 30 mil personas, casi la mitad afroamericanos. Tres semanas después, el 5 de mayo, los neoyorquinos jugaron en el viejo Crosley Field de Cincinnati, contra los Rojos. Durante el calentamiento recibió abucheos e insultos, ya en el juego su compañero Pee Wee Reese dejó su habitual posición, entre la segunda y la tercera base, para acercarse hacía Robinson que ocupaba el área de la primera almohadilla, colocó su brazo izquierdo encima del hombro derecho de su compañero y le suspiró algo. La afición de los Rojos se enmudeció.
Robinson supo manejar los ataques, se concentró en su trabajo y su sabiduría y humildad lo han honrado hasta hoy como uno de los más grandes del deporte de Estados Unidos y del mundo. En su primera temporada recibió el galardón al premio Novato del Año, dos años después obtuvo el título de Jugador Más Valioso, también participó en la Serie Mundial en seis ocasiones y fue exaltado al Salón de la Fama de Cooperstown.
El nieto de un esclavo venció grandes obstáculos y se coronó gracias al consejo que un día recibió por parte de Brach Rickey y gracias al apoyo de su compañero Pee Wee Reese y muchos otros. Pero sobre todo, Jackie Robinson hizo caso omiso a los comentarios negativos y se concentró en su trabajo.