El encanto seductor de… Las palabras.

Edelmira Cardenas

 

Somos seres sensibles que perciben lo que hay a su alrededor a través de sus 5 sentidos: vista, oído, olfato, gusto y tacto. En estos momentos deseo enfocarme en cómo podemos desarrollar nuestra energía erótica con el sentido del oído utilizando las palabras adecuadas antes, durante y después del sexo.

Lo que me empuja a hablar sobre las palabras, y su relación con el erotismo, es porque (al menos aquí en México), hay una excesiva tendencia a la genitalización en medio del acto sexual. ¿Qué quiero decir? Bien, me refiero a que el típico mexicano sólo llega, se baja los pantalones, se “menea”, termina y se retira. Si sólo se desea un rato de placer, o un rapidín, está excelente; pero, ¿qué sucede en las relaciones de pareja donde acontece esto, y que el placer no sale de nuestra zona genital? Existe el riesgo de caer en la famosa monotonía, un mal muy endémico en nuestro país, en cuanto a sexo se refiere.

Una de las soluciones que propongo, en especial para las parejas que llevan ya cierto tiempo juntas, es que presten atención en cuándo, cómo, dónde y qué palabras utilizan para erotizarse el uno al otro, o una buena pregunta sería: ¿utilizan palabras para apasionarse entre ustedes? No es que haya algo malo si no las utilizan, pero la clase de diálogo que hay en su relación sí dice mucho de ustedes

¿Cómo qué le puedes decir? Es lo más sencillo del mundo. A los hombres: quizás les parezca sonso, pero a las mujeres nos encanta que nos alaguen, si no ¿Para qué duramos tanto arreglándonos? Aquí les va unos buenos piropos que me encontré por ahí: “Si la belleza matara, tú no tendrías perdón de Dios”; o cuando se despidan: “¡Que Dios te guarde y me dé la llave!; o al momento de la intimidad: “Si estás buscando el tocador de damas, no busques más: soy yo, y te voy a dejar bien guapa”; o uno que me encantó: “Aunque no te llames Alicia vienes del país de las maravillas.”

Las palabras ustedes las escogen, pueden ser desde las más conservadoras hasta las más sucias y vulgares, siempre y cuando crezca su relación como pareja. Mi sugerencia para utilizar las palabras es que exista un sano equilibrio entre el silencio y el habla; aprender cuándo se ha de hablar y cuándo se ha de callar; qué se ha de decir, qué se ha de resguardar en tu mente. ¿Cómo se logra? Pues con práctica y diálogo en pareja. No hay de otra queridos, nadie nace enseñado.

Las palabras seductoras son la única vía (lo dije antes), hay cientos más; mi segunda invitación es que no se quede todo en palabras, éstas son buenas… pero más excelentes son cuando van acompañadas de acciones. Aun así, por algo se inicia, así que recuerda que nadie ha muerto por decir un piropo o recibirlo, al contrario, en estos casos hay mucho por ganar y nada por perder.

 

 

 

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