Levanten la mano todos los que disfrutan cuando en un juego de futbol cae un gol, te guste o no, este es el momento cumbre de cualquier partido, y es que es el gol definitivamente el motivo principal por el que todos vemos este deporte, si bien es cierto que hay juegos que terminan 0-0 y que están llenos de emociones, la explosión y la alegría que provoca el gol es indescriptible.
Y son los jugadores que tienen como función principal anotar o buscar los goles dentro de un juego, los que normalmente se llevan los reflectores, es decir, aquellos que lucen y que están en la portada de los periódicos, eso sin contar que son los de los sueldos mas altos dentro de esta disciplina.
Sin embargo hay un puesto que normalmente no es tan mediático, pero que es tan importante como ingrato dentro de un terreno de juego, este es El portero, una pieza fundamental dentro de cualquier escuadra y que definitivamente es el ese jugador que está destinado a convertirse en un héroe inesperado.
Ganar un “Balón de Oro”, que es un galardón que se entrega al considerado “Mejor jugador del mundo”, es algo sumamente complicado para cualquier jugador, y esta complicación aumenta aún más cuando se trata de un portero, de hecho en toda la historia, únicamente ha sido uno quien se lo ha llevado, un ruso llamando Lev Yashin en 1963.
Estos héroes inesperados son los que en un mundial detienen un penalty en el último minuto para levantar la copa, o aquellos que en la ultima jugada meten un gol para ganar el campeonato, si, hay porteros goleadores y si no me creen pregúntenle al buen Moi Muñoz quien subió a rematar una jugada en los últimos instantes de una final América – Cruz Azul, metió un gol agónico y ese empate momentáneo se convirtió a la postre en un campeonato para el América (ups, creo que a los aficionados del Cruz Azul que me leen y que me leían hasta hoy les acaba de dar otra vez el patatús, lo siento).
Lo malo también es que en esta posición no hay error permisible, ahí radica lo ingrato de este puesto, cualquier pifia es un gol en contra, sin embargo hay quienes hacen de una calamidad un gran momento.
Y es que les quiero platicar de la Selección Nacional de Micronesia, una región de Oceanía que ocupa la nada envidiable ultima posición en el ranking del futbol mundial, esta selección tiene el récord de recibir 114 goles en 270 minutos de su primera competencia oficial, si, leyeron bien, no fue error de dedo, 114 goles en 3 juegos, 30-0 por Tahití, 38-0 por Fiji y 46-0 por Vanuato el país que ocupa el puesto 200 en la misma clasificación.
114 goles recibidos fue un hecho que no mermó en el ánimo de este equipo y aunque podría parecer algo absurdo o fuera de toda lógica, la razón de este extraño suceso es muy simple, la mayoría de los jugadores de estas islas no sabían si quiera que era lo que había más allá de su territorio, nunca habían salido de su país y mucho menos habían vivido la experiencia de una competencia internacional como lo fueron los “Juegos del Pacífico” a donde se presentaron a competir.
Y si bien es cierto que para toda persona sería humillante y deprimente sacar el balón del fondo de su portería cada 140 segundos aproximadamente, ser portero de los Estados Federados de Micronesia se ha convertido en la posición más codiciada de esta Selección, todo un orgullo, la explicación radica en que dicho por el entrenador de este equipo, cada que el portero logra hacer una salvada o una jugada sobresaliente, recibe una fuerte ovación y una cantidad considerable de elogios no solo de sus compañeros, si no también de sus rivales, «Eso fue fantástico. El apoyo animó a los otros jugadores a pensar que tal vez no sea tan malo estar en la portería», declaró el Director Técnico de esta golpeada escuadra.
La buena noticia es que el ánimo de estos jugadores no decayó en ningún momento, vivieron la experiencia y le sacaron jugo hasta el último momento, la mala es que Micronesia no está afiliado a la FIFA, por lo que tendrán que esperar cuatro años para disputar su próximo partido oficial, en los próximos Juegos del Pacífico que se disputarán en Tonga, sin embargo es notable como cuando alguien verdaderamente disfruta lo que hace puede que no importe tanto el resultado final como el proceso que vives para conseguir ese resultado.
Todo es cuestión de enfoque y de cómo tomas las cosas para lograr, como en este caso, transformar una aparente tragedia en una anécdota increíble para recordar y disfrutar. Así que por favor levanten la mano todos aquellos que desde mañana buscarán ser ese portero, ese “Héroe Inesperado” que cambie su vida.
MF