El libro “La Conquista del Éxito” de Braulio Pérez Marcio tiene un relato interesante, nos habla sobre el joven que llamó a la oficina del señor Martínez. En cierta ocasión un muchacho llegó a la farmacia y pidió usar el teléfono. El boticario escuchó sin querer la conversación.
“-¿Hablo con el señor Martínez? Lo llamo sólo para preguntarle si tiene empleo en su oficina para un muchacho. ¿Cómo? ¿Ya tiene un empleado? Pero ¿no necesita otro? ¿No tendrá que despedirlo pronto? ¿Está completamente satisfecho con sus servicios? Muy bien, gracias”.
El joven colgó el teléfono y comenzó a caminar a la salida, en ese momento el farmacéutico no resistió a darle palabras de ánimo: “No te desesperes, hijo, tendrás mejor suerte la próxima ocasión”
-Pero yo no me aflijo señor, al contrario. Verá usted, yo soy el nuevo empleado de la oficina del señor Martínez, me examinaba a mí mismo.
Hay un texto bíblico que dice: “Que si nos examinásemos a nosotros mismos, cierto no seríamos juzgados” (1 Corintios 11:31). No se trata de juzgar a los demás, sino de juzgarnos a nosotros mismos con igual o mayor severidad que como si lo hiciéramos con los demás.
Mecánicos y pilotos repasan con prolijidad el motor, las alas y todo el funcionamiento de un avión, pues saben que la vida de muchas personas está en sus manos, no hay vuelo hasta que estén seguros de que todo está en orden. De esta manera debes repasar todo lo que tienes a la mano para hacer un correcto trabajo.
Está por comenzar el año 2016, es momento de ponerte a reflexionar minuciosamente sobre las cosas que has hecho bien y las cosas que hay que mejorar. Estas en el momento indicado para examinarte a ti mismo, esto puede ser más que bueno, podría ayudarte a mejorar.