El maravilloso juego de la vida

Armando Franco

Armando Franco       La vida es un juego apasionante, un juego en el cual las reglas se te van enseñando en el camino. A nadie se le entrega el manual de cómo llegar al éxito, todo lo tienes que ir descubriendo paso a paso, si en algún momento infringes las reglas ocultas, la vida se encargará de hacértelo saber pagando las consecuencias. Dios es quien creó el juego y las reglas, e inmediatamente después las ocultó y se escondió, desde ese momento se mantiene como el perfecto observador, él no interviene en ningún momento, sólo presencia el juego y se divierte viendo como nosotros los jugadores, a través del libre albedrío, en algunos momentos nos equivocamos y sufrimos, en otros acertamos y disfrutamos de la felicidad. Dios es un maravilloso loco juguetón, divirtiéndose a cada instante. Al principio de los tiempos todo era perfecto, ya que solo existía Dios, pero no sucedía nada, por lo cual él se aburría mucho; así que de pronto el decidió bailar, se puso en movimiento y surgió la creación y el juego. El juego más divertido y apasionante jamás creado, “La Vida”.

Este divertido Dios en algunos momentos de la vida sale de su escondite y se nos muestra, esto ocurre en ciertos momentos en los que después de una batalla, jugamos bien y aprendemos la lección, entonces como premio, nos muestra su rostro unos instantes antes de volverse a esconder. Con el paso del tiempo y las experiencias vas ganando sabiduría, hasta que llegas a comprender desde lo más profundo de tu ser que este desear a Dios y no poder conseguirlo, es el más grande regalo que él, en su infinito amor, nos puede dar. Quiero compartirles las palabras que Santa Teresita escribió en un poema. “Yo te busco y no te encuentro, porque tú te escondes a propósito, para después aparecerte y sorprenderme”. Un Dios que se esconde es mucho más bello, atractivo e interesante. Si en todo momento que tú lo llamaras, él se te presentara, sería un juego muy aburrido. Sin embargo si te cuesta mucho trabajo encontrarlo, cuando después de un gran esfuerzo como premio él aparece, entonces el juego es apasionante.

En este misterioso juego, vas pasando por momentos luminosos y por momentos obscuros; habrá probablemente en tu vida etapas en las que te sientas perdido, desesperado, frustrado, triste y totalmente desamparado. Nadie está libre de ello por más culto, preparado o evolucionado que sea. El mismo Jesús Cristo, se dice que a la mitad de su tortura hace una pausa y con un profundo dolor dice: “Padre mío. ¿Por qué me has abandonado?”, es justo en esos momentos en los que el ser más aprende, más crece, más evoluciona. “Entre más obscuro es el momento, mayor es el potencial de luz que contiene”.

Cuando un individuo aparentemente lo tiene todo, no siente la necesidad de mejorar y crecer; para qué esforzarse, para qué sudar, para qué trabajar, para qué hacer, si todo está bien. En situaciones así es muy fácil caer en una posición cómoda, y estas disque posiciones cómodas son el peligro más grande al que nos enfrentamos en este divertido juego que es la vida.

Analicemos el caso de un deportista muy famoso. El gran nadador Michael Phelps. Al principio de su carrera, el deseo de trascender lo lleva a ser el mejor nadador del mundo, rompiendo records, imponiendo marcas mundiales y ganando todas las pruebas donde se presentaba. Cuando aparentemente ya lo logró todo y lo tiene todo, su vida se instala en una posición cómoda, “¿Para qué esforzarse tanto?” Así que comienza a dejar de entrenar con disciplina, a dormir mucho, a levantarse tarde, a hacer lo que se le antojaba en el momento, y así sin darse cuenta esta ilusoria comodidad lo fue sumiendo en un gran depresión. Esta misma experiencia la podemos ver repetida en muchos famosos, desgraciadamente la mayoría no aprenden la lección y terminan perdiendo en el juego de la vida. Sin embargo los verdaderamente grandes, logran develar la luz contenida en este denso momento de obscuridad y surgen como el Ave Fénix. Así sucedió con Phelps, quien busca nuevamente a su entrenador y le pide ayuda, este le dice que sí, solo con el compromiso absoluto de que retomará totalmente su disciplina. Y hoy en día este extraordinario nadador nos muestra lo mejor de si mismo.

Existe algo que jamás nos podemos dar el lujo de perder en este juego “El Propósito”. Sin un propósito claro, la vida no tiene sentido. Sin un propósito claro solo somos una masa que se mueve por la vida, entes que solo nacimos para comer, dormir, ir al baño y tener sexo. El Gran Maestro George Gurdieff, afirmaba que los seres humanos nacemos sin alma y que esta nos la tenemos que ganar en nuestro paso por la vida. La mayoría de las personas llegarán al final de su juego siendo unos desalmados. Esta idea de Gurdieff me gusta y decido pensar que así es. Te invito a convertirnos en grandes campeones dentro de este juego y a construir una hermosa alma. Y para ello es esencial preguntarnos: ¿Cuál es el sentido de mi vida? ¿Para qué estoy aquí? ¿Qué vine a hacer a esta vida?

Entre más grande es nuestro propósito, más divertido es el juego que jugamos. Recordemos a los grandes arquetipos, a los grandes héroes: Ulises, Aquiles y muchos más. Ulises desafiando al dios Poseidón y burlándose de él. Aquiles que tenía dos opciones, me quedo en casa y podré vivir pacíficamente o voy luchar la guerra contra Troya y moriré, pero mi historia será contada siglo tras siglo. El héroe es el individuo que se ríe del destino.

Encuentra tu destino y crea un deseo arrasador de ir tras de él. Ríete del destino, conviértete en un héroe, en un valiente, en un transgresor, sigamos los pasos de un Jesús, de un Budha. Y recuerda, sé consciente de que estamos viviendo una experiencia física, lleva tus ideas a la acción.

Recuerda: “La vida es un juego. Juguemos a vivir una vida que valga la pena ser recordada”.

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